Obsesión:
Capitulo 4
Estuve
meditándolo durante algunas horas hasta que por fin me decidí a ir a casa de
Alice, tal y como me había dicho que hiciera. No fue tarea fácil, pero la idea
de que se enfadara conmigo me asustaba mucho más que colarme en su casa a altas
horas de la madrugada.
Eran las siete y media del sábado por la noche
cuando me llamó, si la memoria no me falla, eso significó que tuve que aguantar
la mirada inquisitiva de mis padres durante toda la cena antes de escaparme. Mi
padre estaba callado y me miraba severamente, mi madre en cambio me miraba con
dolor y tristeza. Por un momento deje que en mi cabeza reposara, aun que solo
durante unas décimas de segundos, la idea de que mi comportamiento respecto a mis padres no
estaba nada bien. Pero me tranquilicé, se suponía que eso era lo normal para
los adolescentes.
-Me voy a
dormir-sentenció mi madre desde la cocina-
Mi padre y
yo la seguimos con la mirada hasta que cruzo el umbral de la puerta, dejándonos
solos. Cogí mi plato y lo deje en una de las encimeras de la cocina, después
sin mediar palabra con mi padre me fui a mi habitación.
Subí las
escaleras con paso decidido pero mientras lo hacía algo se me paso por la
mente. ¿Y si mi padre no se pudiera dormir y entrara en mi habitación para
hablar las cosas? Encontraría que no estaba y llamaría a la Scotland Yard para que me buscaran. Así
que por una vez en mis catorce años de vida, me tragué mi estúpido orgullo y volví a la cocina para hacer las paces con
mi padre.
-¿Papa?-le
pregunte desde el pasillo-
El se dio
la vuelta mientras recogía los restos de la cena y me miro, incapaz de
reaccionar.
-¿Qué
pasa, Darren?
-Nada, que
quería hablar contigo. ¿Puedo?
El asintió y me hizo un gesto para que me
sentara en una de las sillas. Durante media hora, que me pareció un año, estuve
hablando con mi padre y prometiéndole cosas que no pensaba cumplir de ninguna
de las formas. Una vez acabamos de hablar mi padre, agotado, se fue a dormir y
yo aparentemente hice lo mismo.
Cuando más
o menos estuve seguro de que todos dormían, me vestí y abandone mi habitación
haciendo el menor ruido posible. Pero me encontré con que entre yo y la felicidad estaban unas
escaleras ruidosas. Suspire derrotado.
Solo había
una forma de salir de casa que no fuera por las escaleras: la ventana. Aun que
sabía que probablemente eso me costaría
la vida abrí la ventana de mi cuarto y empecé a bajar por borde de mi ventana.
Busque con el pie el borde la siguiente ventana y creí encontrarlo hasta que mi
pie resbaló y estuve a punto de caerme. Sentí como el sudor me recorría y las
manos, que me habían salvado de una grave caída, empezaban a resbalarse.
-No, por
favor, soy muy joven para morir ahora.-suplique intuyendo que la gravedad iba a
hacer su trabajo-
Cuando ya
lo daba todo por perdido y creía que mi última esperanza era gritar el nombre
de papa, encontré el borde de la siguiente ventana. Me deslice hasta él y desde
ahí pegue un salto hasta el suelo. Esta vez me había salvado.
Recorrí
las calles de York en la penumbra con la única compañía de las luces de las
farolas y el ruido que hacían los coches pasando. Pronto divide la casa de
Alice y vi que la luz de su habitación aun seguía encendida. Me acerque hasta
su casa y, como hacen en las películas, empecé a tirarle piedras a su ventana.
-¡Darren!
¿Al final has venido? ¿Entonces sí que me quieres?-dijo abriendo la ventana-
-¿Podemos
hablar de eso más tarde? ¡Me estoy congelando!
Ella
asintió y después le pregunte:
-Así que, Julieta ¿Cómo pretendes que suba?
Sonrió y
me desvelo cual era su plan. Era descabellado y me obligaría a volver a
jugármela. No solo físicamente si no psicológicamente también. Por un momento
me acorde de que si su padre, el señor Crew me pillaba me dejaría cicatrices no solo físicas si no
mentales también. Pero aun así me subí hasta su ventana y llegue a su
habitación. Por un momento me acorde de que nunca había estado en la habitación
de una chica y sentí un poco de vergüenza.
Después
observe atentamente su habitación, como si una voz me dijera que esa sería la
primera y la última vez que estaría allí. Era de color rosa, como yo ya
suponía. Pero el color no se podía distinguir muy bien porque las paredes de la
habitación estaban cubiertas de posters y de fotos. En varias de ellas incluso
aparecía yo.
-Nosotros
el año pasado a principios del verano-dijo contemplando una foto de la pared-
Sonreí. Me
senté al
lado de su ventana y ella se
acerco a mí, poniendo una mano sobre mi hombro. Sentí un escalofrió y el
recuerdo de Rosie el viernes en clase me invadió por completo. Cuando se acerco
para besarme la detuve y a duras penas pude decirle:
-Alice,
tengo algo que contarte.
Me
preguntaba si debía contárselo o callármelo. Pero entonces ella me beso. No me
acuerdo de cuánto tiempo estuvimos así pero si por mi hubiera sido hubiera
permanecido así toda la eternidad. Pero Alice se aparto y me pregunto:
-¿Qué
tenias que decirme?
Ahora sí
que no podía mentirle, no podía fingir que no había pasado nada pero tampoco podía
permitir que se enfadara y me dejara así que le con un hilo de voz casi
inteligible le dije:
-Rosie me
persigue, está totalmente obsesionada conmigo.
-¿Qué?
Me miro
fijamente y después se pasó la lengua por los labios y dijo:
-Tendré
que hablar con ella.
No me gustó
la forma en la que lo dijo así que cuando me disponía a suplicarle que no le
hiciera nada malo, unos pasos firmes que se dirigían hacia nosotros me hicieron
enmudecer. No lo dudé ni un instante, sabía perfectamente que los pasos ahora
estaban cada vez más cerca pertenecían a su padre. Alice también lo sabía por
lo que tiro de mi brazo y me metió en el armario. Su armario, como pude
observar era bastante grande pero ahora me parecía que momentáneamente había encogido.
Sentía como las cajas se me clavaban en
la espalda. De pronto un líquido empezó a emerger de mi espalda, pase la mano
delicadamente hasta llegar al sitio, después me lleve la mano a los labios y
comprobé que estaba sangrado.
Probablemente
me habría hecho esa herida al intentar bajar por mi ventana. Me empezaba doler
como si me estuvieran matando poco a poco y sentir como la sangre recorría mi
espalda no me ayudaba. Me concentre en intentar oír la conversación entre Alice
y el señor Crew. Nada fuera de lo normal. El señor Crew le pregunto si estaba
bien y esta le contesto que si y que se podía marchar. El asintió y se fue.
Los dos sabíamos perfectamente que no se
iría que probablemente de quedaría en el pasillo y esperaría a que yo saliera
del armario. Pero no pensaba hacerlo y no lo hice. Como a cualquier ser humano
se me hizo imposible dormir en esas condiciones, así que estuve toda la noche
pensando en que allí estaba yo haciendo a la vez de un perfecto y estúpido, Romeo.
El sol ya había salido, lo sabía porque
se filtraba desde la ventana, cuando oí que el padre de Alice se iba a
trabajar. Pensé que serian más o menos las seis de la mañana. Cuando ya habían
pasado más o menos diez minutos desde que el señor Crew se fue Alice me abrió
rápidamente la puerta y tiro de mi.
-¿Estás bien? Lo siento, no pensé que
pasaría esto…-dijo mirándome-
-No importa, no es culpa tuya.
Tras decir esto me dirigí hacia la
ventana para volver a bajar, he de admitir que después de haberlo hecho un par
de veces ya era todo un experto. Abrí la ventana y el frio aire de la
mañana me invadió y se coló por dentro
de mi chaqueta haciéndome temblar.
-Espera-me dijo Alice poniendo su mano en
mi hombro-¿No me vas a dar ni un beso de despedida?
Le di un beso y después baje por la
ventana, esta vez sin hacerme daño. Volvía recorrer las calles de York esta vez
estaban mucho mas deshabitadas que a las
doce. Ahora ni siquiera pasaban los coches, casi no se podía oír ningún ruido.
Al llegar a mi casa repetí exactamente lo
mismo de anoche y me encontré con que encima de mi cama había una maleta hecha
con mi ropa. Una mueca se dibujo en mi rostro y fui a cantarles las cuarenta a
mis padres, cuando de repente me di cuenta de que si habían entrado en mi
habitación sabrían que me había escapado. Trague saliva, no me esperaba nada
bueno.
Me encontré a mis padres en la cocina con
una sonrisa en la cara.
-¿Qué tal has dormido, Darren?-me
pregunto mi madre mientras se comía su desayuno-
-¿Qué hacéis vosotros
despiertos?-pregunte con hostilidad-
-¿Qué haces tú fuera de casa? ¿Qué haces
tú llegando a estas horas? ¿Qué haces tú con tu vida?-dijo como si cada una de
las preguntas fueran flechas que me estuviera lanzando-
No me atreví a responder, subí las
escaleras, haciendo el mayor ruido posible, y entre en el baño. Me quite la
camiseta y observe que estaba completamente manchada de sangre. Me limpie la
herida como pude después me cambie y baje a la cocina. Me senté en una silla y
le pregunte a mi madre con el mayor desdén posible:
-¿Para qué son estas maletas?
-Como a ti no te gusta pasar el tiempo en
casa, hemos decidido pasar el puente con tus tíos.-dijo mi padre con una
sonrisa en la cara-Por cierto, no sé si te lo había mencionado pero estas
castigado. Sin móvil, sin ordenador y sin salir de casa durante el resto de tu
vida.
Asentí y intenté comer algo pero no pude
todo me provocaba unas nauseas
terribles. Y antes de que pudiera darme cuenta estaba sentado en el coche
observando cómo mis padres cumplían su venganza contra mí. Quizás me lo merecía
o quizás no…
Apoye derrotado la cabeza en la
ventanilla del coche y pronto contemple como las calles de Hull aparecían ante mis ojos. El barrio de mis
tíos estaba a las afueras de la cuidad por lo que pensé que con un poco de suerte nos
perderíamos y no llegaríamos o por lo menos derrocharíamos algo de tiempo. Pero la suerte no estaba de
mi parte así que llegamos mucho antes de lo previsto.
Mis tíos nos recibieron con una brillante
y clara sonrisa pintada en la cara. Sus hijas me observaron y al contemplar que
a mi lado no había rastro de Jacob sus sonrisas se transformaron en una mueca.
A mi esas niñatas pijas tengo que
confesaros que jamás me cayeron, ni me caen, ni me caerán bien. Mis primas por
aquel entonces, si recuerdo bien, tenían quince años y su afición favorita era
perseguir a los chicos. Estaban hechas todas unas psicópatas.
La navidades pasadas me vi obligado junto
a Jacob a compartir habitación y casa con esas tres y además tuvimos que
soportar sus estúpidos cotilleos. Sentí que me iba a estallar la cabeza solo de
pensar lo que me vería obligado a soportaren este puente. Ladee la cabeza
desesperado y pensé en cuál sería el próximo movimiento de mis padres. Desde
hace años mantenía una batalla psicológica con mis padres y yo no pensaba
rendirme, el problema era que ellos tampoco. Era como una partida de ajedrez y
en ese momento necesitaba un jaque mate,
que por más que lo buscaba seguía sin
aparecer.
Pronto descubrí cual era la jugada de mis
padres, esa vez he de admitir que si lo habían pensado bien y su jugada me dejo
con la boca abierta. En ese puente me sometieron a la peor tortura posible que
existe en la tierra, dormir en la misma habitación que mi primo Daniel.
Daniel
Bollingbroke no conocía el significado del silencio por la noche y
bastaba con el más mínimo sonido para que el reaccionara y se pusiera a llorar
como si le estuvieran sometiendo a la peor de las torturas. Nunca me había
acercado demasiado a él no solo porque a mí los bebes nunca me han hecho
demasiada gracia si no porque además Jacob y yo sospechábamos que la siniestra
sangre de nuestras primas corría por sus venas.
Estaba seguro de que esto lo habían
planeado mis padres y a mí nunca me había tocado compartir habitación con
Daniel. Siempre Jacob y yo dormíamos en la buhardilla. Pero esta vez ya no
estaba Jacob conmigo y eso significaba que la suerte ya no estaba de mi parte.
Me pregunte donde estaría ahora y que estaría haciendo mientras mi tío me
acompañaba a la habitación del demonio.
Tras meter mi maleta en la habitación con
sumo cuidado, cerró la puerta y nos dejo a solas. Mi compañero de habitación se
reía y me miraba. Podía ser el demonio
pero era adorable. Sus ojos verdes me miraban impacientes por torturarme.
Sonreí y no pude evitar acercarme a
contemplarlo de cerca, le cogí delicadamente una mano de sus minúsculos dedos y
este me la cogió con fuerza.
Le sonreí de delicadamente, aparte su
mano de mi dedo y me tumbe en la cama. Justo al apoyarme en ella sentí que la
herida me escocía terriblemente. Lo que tengo que hacer por amor-pensé mientras
intentaba cerrar los ojos- Me di cuenta de que no había dormido en toda la
noche, ya que el armario repleto de cajas de Alice no era sitio ideal para
descansar y me intente dormir. En cuanto mis parpados se cerraron y me empecé a
dormir Daniel empezó a llorar desconsoladamente. Desde ese momento sé por
experiencia propia porque a alguien tanadorable le llaman demonio.
Obsesión:
Capitulo 3
Alice
me dio un beso en la mejilla y tras despedirme de ella volví a casa.
Deslicé
suavemente las llaves por la cerradura
intentando hacer el menor ruido posible. Sonreí satisfecho cuando no oí que los
gritos de mamá que me llamaban. Me quité los zapatos en silencio y andando de puntillas intenté
subir las escaleras sin hacer ruido pero el parqué me traicionó y soltó un
ruido desgarrador en cuanto lo pisé. A pesar de eso la casa seguía en silencio,
así que pasados unos segundos decidí dar el segundo paso, pero otra vez pasó lo
mismo y no hubo respuesta.
-¿Mamá?
¿Papá? ¿Jacob?-dije gritando-¿Hay alguien en casa? No me hace gracia…
Mis preguntas
se disolvieron en el frío aire de la casa y nadie se dignó a responder a
ninguna de ellas. Entonces, ya sin percatarme de si hacia ruido o no, recorrí
la casa en busca de alguien. Pasé por la
cocina, por el salón, por todas las habitaciones, por los baños, hasta que solo
me quedó una por revisar, la de Jacob.
Entré
sigilosamente como si fuera un santuario o algo parecido. Yo siempre le había
tenido mucho respeto a las cosas de mi hermano y sobre todo a su habitación. Aún
ahora cuando os cuento esta historia que pasó hace tantísimo tiempo, ahora que mi pelo ya no es negro como el carbón y mis ojos han perdido ese azul tan
brillante que tenía cuando era joven, aún ahora le sigo teniendo respeto a sus
cosas.
Abrí la puerta de la habitación y entré dentro.
Estaba igual que hace dos semanas. Las persianas estaban entre cerradas y
pequeñas ráfagas de luz se colaban por sus pequeños agujeros. La cama estaba
hecha y el montón de ropa seguía allí. Me quedé unos minutos contemplando la
habitación de mi hermano sin poder dar un paso más. Cogí el pomo de la puerta dispuesta
a cerrarla y a salir de allí cuando divisé un pequeño papel debajo de su cama.
No estaba allí la última vez que entré hace más de dos semanas. Por un momento
me picó la curiosidad y estuve a punto de abalanzarme a cogerlo, pero una
vocecilla interior me dijo que sería mejor no tocar las cosas de Jacob. Así que
cerré la puerta y salí de allí.
Tras
dos horas de soledad absoluta, que agradecí mucho, llegaron mis padres y
entraron a mi habitación aparentemente para darme un tipo de explicación que no
me interesaba.
-Darren,
estaba en el médico con tu madre, siento…-empezó a decir mi padre sentándose a
mi lado- no haberte avisado pero nosotros…
-Me da
igual, no tienes por qué darme explicaciones-dije con desdén y haciendo un
gesto para que se marchara-
Balbuceo
algo incomprensible y después me miró.
-No
entiendo qué te pasa últimamente, Darren-dijo mirándome severamente y
levantándose-Antes tú no eras así.
Ni
siquiera me molesté en contestarle, le seguí la mirada hasta que se apoyó en el
marco de la puerta y la cerró tras salir de la habitación.
Intenté
hacer los deberes de francés y lo conseguí, pero después no me pude concentrar
en nada más ya que en mi cabeza aparecía continuamente la imagen del papelito.
Tenía unas ganas irrefrenables de correr a la habitación de mi hermano y mirar
que ponía, aunque después de todo solo fuera algún tipo de publicidad.
Necesitaba saberlo. Una parte de mí se moría de ganas de saberlo y otra me
decía que debía controlarme.
***
Llegó
el jueves y con él un examen sorpresa de francés, como ya sospechaban los
empollones de la clase. Mi clase, según los profesores, se dividía en: Los
alumnos “perfectos” (en cristiano: los empollones básicamente), los alumnos
pasotas, los normalitos, y los “graciosillos” de la clase. Y para nosotros, los
alumnos de la clase se dividía en: los
que hacen los deberes y estudian, los que estudian sin hacer deberes, los que
no hacen nada y los que nos dejaban copiarnos los deberes. O por lo menos para
mí así se dividían en esos tipos.
Os dejo
que adivinéis vosotros mismos en cual estaba yo. Rosie estaba en el de los
“normalitos” y el resto de mis amigos estaba en el de “pasotas” o
“graciosillos”.
Una vez
acabado el examen sorpresa de francés, todos los alumnos se precipitaron para
salir corriendo del instituto. Era curioso
como corrían como la pólvora a las tres y como andaban, como si fueran
de la tercera edad, para volver a clase después del patio.
Esa vez
no me fui el primero de clase, como solía hacer habitualmente, y Rosie, no sé porque, me esperó. Mientras
bajábamos las escaleras para salir del instituto decidió empezar conversación:
-¿Lo
tuyo con Alice va bien?
-Bueno,
como todos alguna pelea tenemos y tal, pero nada fuera de lo normal.
Para
cuando acabé la última palabra ya estábamos fuera del instituto y el frío como
siempre, nos estaba esperando. Seguimos andando hasta que me tuve que desviar
para irme a casa entonces Rosie me dijo al oído:
-Si
alguna vez quieres salir con una chica de verdad, no como Alice, llámame.
Tras
decir esto me dio un beso en la mejilla y se fue por el atajo a su casa. Me
quedé paralizado mientras en mi cabeza resonaban sus palabras “Si alguna vez quieres salir con una chica
de verdad, no como Alice, llámame.” Quizás me había pasado y le había dado
una imagen equivocada de lo mío con Alice a Rosie. Me quedé allí, bajo el frio,
esperando a que algo o alguien me dijera qué hacer, porque en ese momento
estaba realmente perdido. Más que nunca necesitaba uno de los consejos de
Jacob.
Decidí
dejar la mente en blanco e irme a casa. Tenía demasiado en lo que pensar.
***
Los
días pasaban volando, tanto que, sin darme cuenta estaba metido de cabeza en un
jueves a las once. Faltaban diez minutos para que empezara la siguiente clase,
así que mi alma vagaba por los pasillos sin saber qué hacer. Como bien sabían
los profesores y los que me conocían algo más que de cara, siempre estaba
perdido en mis pensamientos o como solía decir mi profesor de matemáticas “Siempre
estaba en las nubes”. Quizás lo estaba o quizás es que todo el mundo estaba
contra mí.
No sé como paso y tampoco podría describirlo a
la perfección porque no lo vi venir, lo único que mi mente de anciano puede
recordar ahora mismo es que de repente me choqué con un chico y de pronto
sentía como mi piel entraba en contacto con el congelado suelo.”Lo siento,
chaval” articuló ese chico y después oí
a través de las baldosas como se largaba. Jamás le vi la cara. Cuando mis ojos
se decidieron a abrirse él ya se había ido y yo estaba solo en el pasillo. Me
levante rápidamente y corrí hacia mi clase, sabiendo que, en cuanto tocara el
timbre los de primero pasarían por mi pasillo para ir a francés y sabía lo
monstruosos que podían llegar a ser esos críos con cara de angelitos.
Llegue
justo a tiempo a mi clase donde estaba Rosie.
-Hola…
¿Qué-e-e tal?-dije tartamudeando
-Ya que
lo preguntas, muy bien-dijo acercándose a mi-¿Y tú?
No me
dejo responder. Sé acerco a mí y me besó sin que yo pudiera hacer nada hasta
que me decidí a cogerla de los brazos y apartarla de mí, lo más rápido posible.
Ella sonrió y me mantuvo la mirada con determinación.
-Yo...yo
tengo novia-dije sintiéndome como el más vil de los criminales-
-Lo
sé-dijo sonriendo y apartándose el pelo – Yo soy tu nueva novia.
La
campana sonó y todos llegaron a clase, incluido el profesor. Nos vimos
obligados a volver a nuestros sitios. Me sentía culpable, como si hubiera
matado a miles de personas, pero eso se quedaba corto con lo que acababa de
hacer: acababa de engañar a mi novia. Era un cerdo.
El
secreto me pesaba demasiado como para llevarlo a cuestas durante mucho tiempo más,
así que después del interrogatorio de Mark durante mates lo solté todo casi sin
respirar. Me esperaba que me gritara “Eres un cerdo, mira chaval me das asco,
no te mereces a Alice” Pero en cambio me dijo:
-¿Y eso
es lo que te pasa? ¿Solo eso?-me dijo echándose a reír sin hacer caso a la
mirada de advertencia de la profesora de naturales-Mira, lo primero; no fue
voluntario, te besó ella a ti y no tú a ella y segundo; me juego lo que quieras
a que Alice también lo ha hecho, muchas, muchas veces.
Lo
primero me tranquilizó haciendo que mis músculos se destensaran y dejando
descansar a mi cerebro que no paraba de pensar en que ocurriría si Alice se
enterara, en que haría entonces…Tenía
razón me había defendido e incluso la había apartado. Así que la culpabilidad
me abandonó antes de que el timbre nos anunciara que el fin de semana estaba
aquí.
Jacob tampoco
iba a venir este fin de semana. Habían pasado tres semanas desde su última
visita. La confusión poco a poco se apoderaba de mí. Jacob siempre había sido
mi punto de apoyo, mi mejor amigo, mi consejero. Pero el año pasado, cuando se fue
a la universidad, todo cambió. Ya nada era lo mismo, ya no nos pasábamos
hablando horas y horas o jugando a la Play Station mientras hablábamos de
chicas, qué venía a ser casi lo mismo.
Ahora él estaba en Londres y yo seguía
aquí en York.
Me
deslicé por el pasillo tranquilamente, ya que no había nadie, teníamos puente, así
que aparte de que fuera viernes todos
habían corrido aún más. El instituto estaba más abandonado que un desierto
durante las horas del sol. Recorrí los pasillos hasta llegar a la puerta donde
me encontré con el conserje. Un hombre viejo, que por aquel entonces rondaba
los cincuenta años, me da miedo pensar en cuantos tendrá ahora y en si seguirá vivo. Tenía el pelo lleno de canas y
siempre había tenido bastante mal humor. Recuerdo como cuando llegué aquí
siendo un niño de doce años el miedo que le tenía, nada más verle me empezaban
a temblar las piernas. En esos tiempos mi instinto nunca me fallaba, pero esa
vez me equivoqué. El conserje no era más que un hombre amargado que hacia su
trabajo, o por lo menos eso fue lo que pensé en ese momento.
-¿Pasas
o qué? ¿Te quedas aquí?-me preguntó con
su voz ronca-
No le
respondí, se me hizo un nudo en la garganta, ya que no esperaba verlo allí. Así
que atravesé rápidamente las puertas y empecé a andar por las calles
eternamente desiertas que estaban al lado del instituto. Pero el hombre me
detuvo cogiéndome por el brazo. Obligándome a girarme y después cuándo me miró una sonrisa se dibujó en su rostro
tímidamente.
-Tú…
¿Eres hermano de Jacob Bolingbroke?-me preguntó soltándome el brazo-
-Si…
¿Por qué lo pregunta?-le dije continuando la conversación algo que no era muy
común en mí-Yo no soy una leyenda como él.
-Os
parecéis muchísimo, los mismos ojos azules y el pelo negro como el carbón-dijo
sin darle importancia a lo último que acababa de decirle-
Dicho
esto me sonrió, me hizo un gesto con la cabeza y se fue, cerrando tras de sí
las puertas del instituto. Me quedé atónito y noté como mis mejillas poco a
poco empezaban a coger color, que me dijeran que me parecía a Jacob era el
mejor cumplido que me podían hacer. Parecerme a él era lo que más quería en
este mundo. Porque él era el mejor.
Anduve
tranquilamente por las calles de York. Y sin darme cuenta me topé con mi casa.
Una casa mediana, con ladrillo rojo oscuro y un techo negro. El jardín en el
que destacaba el color verde oscuro ya no estaba tan cuidado como siempre.
Desde que mamá había empezado a ir tanto al hospital había descuidado mucho el
jardín, que era uno de sus hobbies favoritos. Antes mamá y papá solían pasarse todas
las horas del domingo por la mañana en el jardín, debido a la pasión que mi
madre sentía por la jardinería, mientras Jacob y yo observábamos lo asqueroso que era verlos allí
besándose como si no hubiera mañana.
Entré
en casa y vi que en el salón papá estaba limpiando y recogiendo los adornos
navideños mientras cantaba Santa Claus Is Coming To Town. Dejé la
mochila en el suelo sin hacer ningún tipo de ruido mientras observaba a mi
padre bailar y limpiaba desde el marco de la puerta.
-You better watch out, you better not cry, better
not pout, I'm telling you why: Santa Claus is coming to town. - empezó a cantar mi padre entusiasmado-
Por un momento pensé en gritarle o algo así. Pero estaba demasiado
ocupado reprimiendo una risita. Entonces se me ocurrió lo que debía hacer. Y me
adentré un poco más en el salón y cante:
- Santa Claus is leaving the town.
Mi padre se sobresaltó y después se echó a reír mientras yo
señalaba el calendario que decía que estábamos a mediados de enero, estaba
claro que Santa Claus había dejado hace tiempo la ciudad.
Después me metí en la cocina a comer mientras encendía la
tele. Estaban las noticias, mientras una mujer me informaba de cosas que no me
interesaban en absoluto, revolví la comida que había en mi plato con nauseas.
Papá no sabía cocinar, ni tampoco cantar, cómo había podido comprobar apenas
hace unos segundos, quizás fuera un buen contable pero nada más. Por un momento
me acordé de mamá y después me tranquilicé sabiendo que estaría o trabajando o
en el hospital.
***
-No, no puedo Alice…me mataran-dije suplicante-He suspendido
mates y como se enteren de esto…No veré la luz del sol hasta que mis huesos
queden reducidos a polvo.
-Ya veo cuanto quieres a tu novia.-dijo y después oí un pitido
que me anunció que mi novia me acababa de colgar-
Era sábado por la noche y Alice me había llamado. Quería que
me colara por la ventana de su casa dentro de unas horas a media noche. Quería
algo más romántico y esta vez había elegido una escena digna de Romeo y Julieta.
Obsesión: Capitulo 2
Esta
semana, tal y como lo hizo la anterior, Jacob no vino a casa en el fin de
semana. Eso no me gustó nada, como ya os he contado aparte de ser mi hermano y mentor, Jacob es mi mejor amigo.
Cuando
mis padres le llamaban, ya que él nunca lo hacía, él le daba largas de porque
no iba a venir, eso no me molestaba nada. Lo que si me molestaba y mucho era
que me las diera a mí. Cuando intentaba hablar con el por el móvil, se limitaba a saludarme, a preguntarme qué tal estaba y a
colgar.
Mi vida
se estaba yendo a pique, mi novia Alice también me daba largas, mis padres
estaban cada vez más pesados… ¿Se podía tener una vida peor? No lo creo.
-Entonces
¿Este viernes no sales?-pregunte con la esperanza de que la contestación fuera
si-
-No,
voy a quedar con Adam para hacer un
trabajo-dijo cogiendo su mochila y colgándosela en el hombro-No te lo tomes a
mal, Darren.
Cada
vez esto mejoraba más. Perdía a mi hermano, a mi novia y me ganaba a unos
padres aun más pesados.
Los
días pasaban volando, y por fin llego el jueves por la noche. Era el día en que
mama y papa, a veces solo papa porque mama estaba en el hospital, llamaban a
Jacob y este les decía si vendría o no vendría mañana. Desgraciadamente la
contestación esta vez fue la misma que últimamente “No, lo siento mucho, esta
semana estoy liadísimo”. Cuando le pedí a papa que me lo pasara este negó con
la cabeza y susurro:
-Lo
siento Darren, ha colgado ya, tenía muchas cosas que hacer.
Mi
padre llevaba deprimido bastante tiempo, ignoraba porque. La verdad es que
verle así a veces me preocupaba un poco, me preocupaba, pero no lo suficiente
para preguntarle.
Cuando
me desperté el viernes aun no había salido el sol, ya que apenas eran las seis
de la mañana, y mis padres estaban hablando con alguien en la cocina. Esto se
me hizo bastante raro porque mis padres no tenían casi amigos y Jacob no iba a
venir. Al bajar por las escaleras, que chirriaban con cada paso que daba, me
encontré con mis padres que tenían un aspecto bastante deprimente y subían a su
habitación. Entre en la cocina y me encontré con que mi hermano estaba ahí.
-¡Jacob!-dije
abrazándole-¿No estabas en la universidad?
-Tú lo
has dicho, lo estaba, pero después de que papa me contara lo mucho que me echas
de menos-dijo esbozando una leve sonrisa-He decido darte una sorpresa.
Estaba
perdiendo a mi novia, mis padres seguían igual, pero mi hermano había vuelto.
Por un momento ya no pensé ni en Alice, ni en papa, ni en mama, ni en los
profesores, ni en el 4,9 del examen de mates. Solo pensaba en que tenía que
aprovechar al máximo el tiempo que se quedaba mi hermano. Porque no estaba
seguro de si volvería la semana que
viene.
Paso
una rápida mirada por la casa. Los adornos navideños seguían colgados ahí desde
el uno de Diciembre y el papel de regalo aun reposaba tranquilamente sobre el
parqué del salón. Nadie se había molestado en recogerlos, ni tampoco en
guardarlos. Prácticamente nadie entraba en el salón, yo vivía en mi habitación
y en la cocina. En otros tiempos mi madre ya los hubiera recogido, pero todo había cambiado, ahora las
casa estaba deshabitada ya que mi madre y mi padre se pasaban todo el día o
trabajando o en hospital.
Me
despedí de mí querido hermano y entre en la pesadilla viviente de todos los
adolescentes: el instituto. En el pasillo todos los alumnos cuchicheaban
haciendo un ruido insufrible. Recorrí los pasillos rápidamente dirigiéndome a
mi clase mientras algunos me miraban y saludaban.
Mi
clase era un lugar amplio y casi siempre lleno de mucha gente, la mayoría ni
siquiera de mi curso, era de color blanco con tres rayas azules en los
laterales. Me senté en mi sitio de costumbre, la última fila en el ángulo más
alejado posible de los profesores.
Después
de un buen rato Mark llegó, tarde como siempre, y se sentó a mi lado.
-Muy
bien, Mark, tarde como solo tú sabes llegar. Empecemos por ese grupo-dijo
andando rápidamente hasta nosotros hasta situarse en frente de nuestras
narices-¿Tenéis hechos los deberes? No sé porque ni porque pregunto si todos sabemos la
respuesta.
Toda la
clase estallo en una sonora carcajada, todos menos Mark y yo. Mark cogió su
mochila y la puso sobre sus rodillas mientras sacaba sus deberes, como siempre,
hechos y rotulados a la perfección. El profesor sonrió maliciosamente y se los
arranco a Mark de las manos. Los miro y los remiro hasta que derrotado vio que
estaban totalmente hechos. Después se giro hacia mí y me arme de orgullo para
contestarle:
-Yo no
los he hecho.
Ni
siquiera pregunto porque como solía hacer normalmente. Supongo que después de
haberme dado clase durante tres años y siete a mi hermano por fin había pillado
nuestro método de estudio. Las horas muertas pasaban y me preguntaba si
realmente sería capaz de acabar las clases con vida. Pero cuando yo ya lo daba
todo por perdido la profesora de naturales me dijo:
-Han venido tu padre y tu hermano-dijo la profesora sonriendo levemente al
pronunciar la palabra “hermano”-tienes dentista.
Todas
las chicas empezaron a cuchillar en cuanto oyeron la palabra “hermano”, estaba
claro que en cuanto tocará el timbre que
anunciaba el segundo recreo, la noticia de que Jacob Bolingbroke estaba en la
cuidad correría como la pólvora. La profesora de naturales tenía unas ganas
incontrolables de ponerse cuchichear con las chicas de mi clase, aun
que eso rebajase su nivel de profesora.
Yo no
tenía nada en contra de ella, era buena corrigiendo, ponía pocos deberes, era
guapa, joven (apenas tenía veinticuatro años)…Pero claro, era bien sabido en el
instituto que la profesora de naturales solía tener “líos” con sus alumnos más
guapos de último curso. Y como no, Jacob Bolingbroke no iba a ser menos.
Cogí
todos mis libros ya que sabía que el supuesto “dentista” tardaría mucho tiempo
en acabar lo que quiera que me fuera a hacer así que me despedí de los pocos colegas que tenía en clase y le sonreí a
Rosie Strafford. No penséis mal, a mi no me gustaba. La única
chica que me gustaba era Alice. Pero ponerla un poco celosa nunca venia mal,
¿verdad?
En la puerta de mi instituto estaba Jacob sentado en frente
de su coche. Yo ya sospechaba que no tenía dentista pero aun así nunca me
imagine que vería a Jacob solo, sin papa. Me imaginaba que me estarían sacando
de clase por otra de las tonterías de mama. Pero no fue eso.
En cuanto me vio llegar y dado que vio mi cara de asombro me
dijo:
-No pensaras que te iba a dejar en clase
aburrido mientras estoy en la ciudad, ¿verdad?
-Eres
el mejor-dije subiendo al coche, este asintió y me sonrió-
Os
contaría lo que hicimos después pero es que jure no hacerlo. Y yo era un chaval
de palabra. Tampoco hicimos nada malo, tan solo nos divertimos. Cuando volvimos
papa aun no había vuelto a casa así que no nos cayó ninguna bronca. Cuando
llego papa comimos los cuatro en silencio, nadie se atrevía articular palabra.
Ni siquiera yo, qué de normal y con mis amigos, era bastante hablador. ¿No me
creéis? Preguntádselo a mis profesores, ellos os lo aseguraran.
-¿No es
genial que estemos todos juntos?-dijo mama-
Papa le
cogió la mano y le sonrió y después dijo:
-La verdad es que sí, lo echaba de menos.
Acto
seguido nos miraron a nosotros, como esperando un “Si, mama. Si, papa esto es
genial” para completar esa escena tan asquerosamente repulsiva que parecía
sacada de un anuncio inmobiliario de la tele. Espere a ver qué hacia Jacob y
este que parecía preocupado les sonrió así que yo como siempre hice lo mismo
que él y sonreí.
******
Muy a
mi pesar, Jacob se fue el domingo por la noche. Y todo volvió a ser aburrido
como antes de que volviera, nadie me rescato de las aburridas e interminables
clases y nadie me libro de la vigilancia
extrema de mama y papa.
El
lunes llegue a clase habiendo dormido apenas tres horas. Lo intente, lo juro.
Pero no sé por qué no lo conseguí, después de cinco horas de intentarlo me di
por vencido y justo en ese momento me dormí pero ya eran las cuatro de la
mañana. Total, que solo dormí tres horas. ¿Aguantar seis horas de clase
habiendo dormido tres? No lo intentéis, os lo digo yo que lo he vivido, no sale
bien.
En
clase de matemáticas estuve a punto de dormirme, no podía más, mis parpados se
cerraban lentamente y puse todo de mi parte para no dormirme pero aun así se me
cerraron los ojos completamente un par de veces. Y cuando yo creía que eso era
lo peor que tenía que aguantar en el día, me toco ir a educación física y cómo
no, mi profesor el señor Adams que es un
entusiasta de la vida nos hizo corres no cinco, ni diez, ni veinte, si no media
hora. Y mientras corríamos se le ocurrió darme conversación justo a mí, que
estuve a punto de dormirme mientras corría.
-He
oído que Jacob estaba en la cuidad. ¿Es verdad?
-Sí, es
verdad. Pero ya se ha ido-dije bastante deprimido-
-Cuando
vuelva dale recuerdos de su viejo entrenador…y tu Darren… ¿No te gustaría
entrar en el equipo? Si eres tan bueno como tu padre o tu hermano…
-Me
encantaría señor Adams-mentí, la verdad es que entrar en el equipo no estaba
precisamente en mi lista de deseos pero si así me parecía más a Jacob…-¿Cuándo
empiezo?
Y por
fin, después de seis horas inaguantables el timbre dio paso a los gritos y a la emoción
de que por fin se acababa este terrible
lunes. Pero aun así quedaban aun cuatro días más para llegar al deseado
fin de semana…Y además nadie sabía cuántos quedaban para volver a ver a Jacob.
Yo en ese momento me figure que como mínimo pasarían dos semanas antes de
volver a verlo.
*****
Una
semana más tarde…
Por fin
las aguas habían vuelto a su cauce. Alice había terminado el trabajo así que
ahora ya podíamos pasar más tiempo juntos. Mama hacia cinco días que ya no iba
al hospital y papa creo que estaba mucho más relajado. Eso sí, yo seguía peleándome y odiando a mi madre… ¿Cómo se
puede ser así? ¡Tenia catorce años, no era ningún crio!
Y en
cuanto a los profesores esos no habían cambiado y tenía claro que no lo harían.
La de naturales seguía con su impecable sonrisa…la Momia con su habitual mueca
de odio en la cara. Y el de francés con
su mal genio de toda la vida.
El frio
seguía con nosotros y nos anunciaba que no pensaba irse de York, una ciudad
situada al norte de Inglaterra y a 338 km de Londres, así que cerré bien la
cremallera de mi chaqueta y anduve hasta el instituto. Otra vez era lunes y el
fin de semana pasado Jacob tampoco había venido.
Después
de que la Momia nos aburriera, como solo ella sabía hacerlo, por fin salimos al
recreo donde el aire congelado nos invadió. Aun que claro, nosotros eso ya lo
sabíamos desde hace bastante tiempo, así que nuestro sitio estaba preparado
para todo eso y más. Mis amigos y yo siempre teníamos el mejor sitio del patio.
Yo lo había heredado de Jacob que lo conseguí o junto con los hermanos mayores de mis amigos en su
momento. Así que ahora nos pertenecía a nosotros. Nuestro grupo de amigos era
muy reducido, claro está si no cuentas a la gente que siempre se pegaba a
nosotros, se limitaba a mis tres mejores amigos: Alex, Byron y Christopher. En él también
estaba Alice y sus respectivas novias: Mery, Abigail y Clare.
Alice y sus amigas eran un años mayor que nosotros, lo que
no facilitaba las cosas sino más bien todo lo contrario… ¿Tenéis idea de lo difícil
que es tener a una novia que no va a tu clase, ni siquiera a tu curso?
Obsesión: Capitulo 1
-Que
no, Darren, que no. No te puedo aprobar, lo siento chaval.
Le
lancé una mirada asesina a mi profesor y salí a la calle donde el frió me hizo
estremecerme. Mi profesor de matemáticas siempre ha sido estricto pero yo
siempre había pensado que con un 4,9 me aprobaría. Pero eso ya me daba igual.
Lo único que no quería es que me echaran la bronca en casa, nada más. Porque
¿Qué más dará una más que una menos?
Cuando
llegue a casa me encontré con el mismo de siempre, el control de todos los
días. Pero ya estaba harto así que ni siquiera salude. Entré en mi habitación y
me puse a hacer los deberes. Bueno ¿A quién quiero engañar? No me puse a hacer
los deberes, no. Cogí mi móvil y me puse la música lo más alta que pude.
Necesitaba desconectar un poco.
Ya hace un par de semanas que habíamos vuelto
de Navidad, dejando a tras todos esos regalos, esos interminables días de
fiesta en los que cuando te levantabas ya
había salido el sol. Y sobretodo
dejando a tras las vacaciones de Navidad y dando paso el segundo trimestre. Si,
al segundo, asqueroso e interminable segundo trimestre. Lo odiaba. Bueno,
odiaba eso y todo lo que tuviera alguna relación con estudiar. Mi padre siempre
me decía: “Sin estudiar no llegarás a nada, Darren” Pero yo tenía claro que
mentía lo sabía todo gracias a mi mentor, mi ídolo, mi modelo a seguir, y el
que también era mi hermano mayor. Jacob tenía diecinueve años y estaba en
segundo de la universidad. Si, habéis leído bien, en la universidad. Y jamás de
los jamases había abierto un libro, era el mejor.
En mi
instituto Jacob era una leyenda todos sabían quién era y por eso también sabían
quién era yo. Jacob era el que siempre estaba con la chica más guapa, el que
desafiaba a los profesores, el que aprobaba sin estudiar, el que hacia lo que
quería, el incontrolable. Recuerdo que cuando a veces los profesores venían a
casa a cenar con mis padres decían:
-En mi
clase hay tres tipos de alumnos: los que estudian y aprueban, los que
suspenden, y Jacob Bollingbroke.
Claro
que yo, nunca podre ser comparable con él. Ni yo ni nadie. Todo el mundo
esperaba que fuera igual que él pero yo no tenía ni tendré nunca las agallas
suficientes: en clase no desafía a los profesores pero tampoco me portaba bien,
tampoco soy incontrolable. Pero eso sí, salía con la chica más guapa del
instituto. Ahora mismo imagínate a la más guapa, pues es mil veces mejor que
esa que te has imaginado. Y aun que no
había repetido ningún curso se me hacía muy difícil aprobar sin estudiar, como
a la mayoría de los seres humanos.
***
La
momia entro como siempre prontísimo. La momia era como apodábamos a nuestra
profesora de Historia. Puedo jurar que es más vieja que nuestro libro y eso que
en el libro había más de cincuenta nombres escritos. Rondaría los setenta, pero
su carácter le sumaba unos mil años así que en total mil setenta años.
Rápidamente
se apresuro a empezar a hablar de la edad media, de los mansos, de la ceremonia
del feudalismo. Todo eso a mí me sonaba a chino.
-A ver,
Darren ¿En qué consistía la ceremonia del feudalismo?
-Es una
ceremonia en la que….
¡Mierda!
¡Siempre me pregunta a mí! Y la verdad es que jamás entendí
porque si nunca me sabía la respuesta y ella lo sabía.
-Negativo-atajó
inclinándose como pudo hasta coger su cuaderno y poner un menos al lado de mi
nombre-
Algo
que nunca llegare a saber es cuantos negativos de los suyos tendré ya ¿cuarenta
y cinco millones de negativos? No, eso es muy poco. Quizás unos cincuenta y
cinco mil…Si, más o menos esos.
Tras
una larga jornada de aparentar que trabajaba y prestaba un poco de atención a
los profesores por fin sonó el timbre
que anunciaba que ya éramos libres. El aire se colaba por todas las partes de
mi chaqueta y me hacía sentir escalofríos y temblar. Entonces divisé tras la
niebla a mis amigos que me hacían señas para que me acercara.
Estuvimos
hablando un rato y después atravesé las gélidas calles y entre en casa, como
siempre allí estaba ella, esperándome para someterme al interrogatorio, pero ya
estaba harto, no pensaba contestarle a nada. Ojalá se buscara una vida y dejara
la mía en paz.
Teníamos
examen de literatura al día siguiente y no había estudiado nada de nada. Así
que, sabiendo que si no aprobaba no vería la luz del sol en lo que me queda de
vida, me puse a estudiar. Lo intente, os lo juro. Pero es que después de
memorizar veinte definiciones no tienes ganas para nada más, así que deje de
estudiar.
-Aprobado
por los pelos, Bollingbroke-dijo mi profesor dándome el examen con cierto desdén-
¡Estaba
aprobado! No me lo podía creer había aprobado, después de todo. Claro que
desgraciadamente no todos los exámenes que le siguieron a ese eran tan buenos había
suspendido dos el de matemáticas y el de francés. Los demás con cinco, cosas
que a mis padres no les hacía mucha gracia pero me daba igual, si no les gustaba
se aguantaban ¿Lo importante es aprobar no?
Todo empezó
a empeorar desde hace unas semas había hecho una especie de “tratado de paz”
con mis padres y así no nos peleábamos pero estaba claro que eso no podía durara
mucho tiempo. Ellos me ponían de los nervios,
con sus dichosas preguntas: ¿A dónde vas? ¿Cuando vas a volver? ¿Qué haces? ¿Qué
tal en el instituto? ¿Qué tal con tus amigos? ¿Algún problema? Y lo que ya no podía
soportar de ninguna manera es que criticaran a Jacob. Cuando él es el mejor, es
increíble.
No sé
porque mi madre empezó a ir mucho al médico, todos los días. Lo que tengo que
admitir es que me encantara que fuera así me libraba del interrogatorio y de
verla. Y mi hermano empezó a venir menos los fines de semana, eso sí que me afecto,
necesitaba a mi hermano conmigo. Todos los días….
Sinopsis:
“Todavía puedo recordar con claridad como entre en
casa y vi a mi padre llorando . Papa
entre sollozos me contó que habían detenido a mi hermano mayor,
Jacob, por tráfico de drogas. Un escalofrió me recorrió jamás pensé que mi
hermano, mi modelo a seguir, la persona a la que más quería, estuviera en la
cárcel. Estuve a punto de echarme a llorar en el suelo. Pero mi padre me abrazo
fuertemente casi cortándome la respiración. Entonces repare en que mama no
estaba, desde hace algunos días había tenido problemas del corazón, me arme de
valor y le pregunte donde estaba. Con lagrimas en los ojos este me dijo que
estaba en el hospital le había dado un ataque al corazón.”
Tras la muerte de su madre y el arresto de su hermano, Darren
decide cambiar. A sus catorce años no había abierto un libro y jamás
se había portado decentemente. Cumpliendo su pacto con sigo mismo, se
presentara a un castigo en la biblioteca, allí se encontrará con una chica
que será todo lo contrario a él. Mejorar las notas, no meterse en líos se
convierte en una obsesión para él. Pero sus amigos no
lo dejaran escapar de su antigua vida tan fácilmente.Y como si esto fuera poco,Darren tiene que aguantar los engaños constantes de su novia y que un montón de mujeres solteras y desesperadas acosen a su padre... ¿Sera Darren capaz
de conseguirlo o se dejara llevar como ha hecho siempre?
Obsesión:
Capitulo 4
Estuve
meditándolo durante algunas horas hasta que por fin me decidí a ir a casa de
Alice, tal y como me había dicho que hiciera. No fue tarea fácil, pero la idea
de que se enfadara conmigo me asustaba mucho más que colarme en su casa a altas
horas de la madrugada.
Eran las siete y media del sábado por la noche
cuando me llamó, si la memoria no me falla, eso significó que tuve que aguantar
la mirada inquisitiva de mis padres durante toda la cena antes de escaparme. Mi
padre estaba callado y me miraba severamente, mi madre en cambio me miraba con
dolor y tristeza. Por un momento deje que en mi cabeza reposara, aun que solo
durante unas décimas de segundos, la idea de que mi comportamiento respecto a mis padres no
estaba nada bien. Pero me tranquilicé, se suponía que eso era lo normal para
los adolescentes.
-Me voy a
dormir-sentenció mi madre desde la cocina-
Mi padre y
yo la seguimos con la mirada hasta que cruzo el umbral de la puerta, dejándonos
solos. Cogí mi plato y lo deje en una de las encimeras de la cocina, después
sin mediar palabra con mi padre me fui a mi habitación.
Subí las
escaleras con paso decidido pero mientras lo hacía algo se me paso por la
mente. ¿Y si mi padre no se pudiera dormir y entrara en mi habitación para
hablar las cosas? Encontraría que no estaba y llamaría a la Scotland Yard para que me buscaran. Así
que por una vez en mis catorce años de vida, me tragué mi estúpido orgullo y volví a la cocina para hacer las paces con
mi padre.
-¿Papa?-le
pregunte desde el pasillo-
El se dio
la vuelta mientras recogía los restos de la cena y me miro, incapaz de
reaccionar.
-¿Qué
pasa, Darren?
-Nada, que
quería hablar contigo. ¿Puedo?
El asintió y me hizo un gesto para que me
sentara en una de las sillas. Durante media hora, que me pareció un año, estuve
hablando con mi padre y prometiéndole cosas que no pensaba cumplir de ninguna
de las formas. Una vez acabamos de hablar mi padre, agotado, se fue a dormir y
yo aparentemente hice lo mismo.
Cuando más
o menos estuve seguro de que todos dormían, me vestí y abandone mi habitación
haciendo el menor ruido posible. Pero me encontré con que entre yo y la felicidad estaban unas
escaleras ruidosas. Suspire derrotado.
Solo había
una forma de salir de casa que no fuera por las escaleras: la ventana. Aun que
sabía que probablemente eso me costaría
la vida abrí la ventana de mi cuarto y empecé a bajar por borde de mi ventana.
Busque con el pie el borde la siguiente ventana y creí encontrarlo hasta que mi
pie resbaló y estuve a punto de caerme. Sentí como el sudor me recorría y las
manos, que me habían salvado de una grave caída, empezaban a resbalarse.
-No, por
favor, soy muy joven para morir ahora.-suplique intuyendo que la gravedad iba a
hacer su trabajo-
Cuando ya
lo daba todo por perdido y creía que mi última esperanza era gritar el nombre
de papa, encontré el borde de la siguiente ventana. Me deslice hasta él y desde
ahí pegue un salto hasta el suelo. Esta vez me había salvado.
Recorrí
las calles de York en la penumbra con la única compañía de las luces de las
farolas y el ruido que hacían los coches pasando. Pronto divide la casa de
Alice y vi que la luz de su habitación aun seguía encendida. Me acerque hasta
su casa y, como hacen en las películas, empecé a tirarle piedras a su ventana.
-¡Darren!
¿Al final has venido? ¿Entonces sí que me quieres?-dijo abriendo la ventana-
-¿Podemos
hablar de eso más tarde? ¡Me estoy congelando!
Ella
asintió y después le pregunte:
-Así que, Julieta ¿Cómo pretendes que suba?
Sonrió y
me desvelo cual era su plan. Era descabellado y me obligaría a volver a
jugármela. No solo físicamente si no psicológicamente también. Por un momento
me acorde de que si su padre, el señor Crew me pillaba me dejaría cicatrices no solo físicas si no
mentales también. Pero aun así me subí hasta su ventana y llegue a su
habitación. Por un momento me acorde de que nunca había estado en la habitación
de una chica y sentí un poco de vergüenza.
Después
observe atentamente su habitación, como si una voz me dijera que esa sería la
primera y la última vez que estaría allí. Era de color rosa, como yo ya
suponía. Pero el color no se podía distinguir muy bien porque las paredes de la
habitación estaban cubiertas de posters y de fotos. En varias de ellas incluso
aparecía yo.
-Nosotros
el año pasado a principios del verano-dijo contemplando una foto de la pared-
Sonreí. Me
senté al
lado de su ventana y ella se
acerco a mí, poniendo una mano sobre mi hombro. Sentí un escalofrió y el
recuerdo de Rosie el viernes en clase me invadió por completo. Cuando se acerco
para besarme la detuve y a duras penas pude decirle:
-Alice,
tengo algo que contarte.
Me
preguntaba si debía contárselo o callármelo. Pero entonces ella me beso. No me
acuerdo de cuánto tiempo estuvimos así pero si por mi hubiera sido hubiera
permanecido así toda la eternidad. Pero Alice se aparto y me pregunto:
-¿Qué
tenias que decirme?
Ahora sí
que no podía mentirle, no podía fingir que no había pasado nada pero tampoco podía
permitir que se enfadara y me dejara así que le con un hilo de voz casi
inteligible le dije:
-Rosie me
persigue, está totalmente obsesionada conmigo.
-¿Qué?
Me miro
fijamente y después se pasó la lengua por los labios y dijo:
-Tendré
que hablar con ella.
No me gustó
la forma en la que lo dijo así que cuando me disponía a suplicarle que no le
hiciera nada malo, unos pasos firmes que se dirigían hacia nosotros me hicieron
enmudecer. No lo dudé ni un instante, sabía perfectamente que los pasos ahora
estaban cada vez más cerca pertenecían a su padre. Alice también lo sabía por
lo que tiro de mi brazo y me metió en el armario. Su armario, como pude
observar era bastante grande pero ahora me parecía que momentáneamente había encogido.
Sentía como las cajas se me clavaban en
la espalda. De pronto un líquido empezó a emerger de mi espalda, pase la mano
delicadamente hasta llegar al sitio, después me lleve la mano a los labios y
comprobé que estaba sangrado.
Probablemente
me habría hecho esa herida al intentar bajar por mi ventana. Me empezaba doler
como si me estuvieran matando poco a poco y sentir como la sangre recorría mi
espalda no me ayudaba. Me concentre en intentar oír la conversación entre Alice
y el señor Crew. Nada fuera de lo normal. El señor Crew le pregunto si estaba
bien y esta le contesto que si y que se podía marchar. El asintió y se fue.
Los dos sabíamos perfectamente que no se
iría que probablemente de quedaría en el pasillo y esperaría a que yo saliera
del armario. Pero no pensaba hacerlo y no lo hice. Como a cualquier ser humano
se me hizo imposible dormir en esas condiciones, así que estuve toda la noche
pensando en que allí estaba yo haciendo a la vez de un perfecto y estúpido, Romeo.
El sol ya había salido, lo sabía porque
se filtraba desde la ventana, cuando oí que el padre de Alice se iba a
trabajar. Pensé que serian más o menos las seis de la mañana. Cuando ya habían
pasado más o menos diez minutos desde que el señor Crew se fue Alice me abrió
rápidamente la puerta y tiro de mi.
-¿Estás bien? Lo siento, no pensé que
pasaría esto…-dijo mirándome-
-No importa, no es culpa tuya.
Tras decir esto me dirigí hacia la
ventana para volver a bajar, he de admitir que después de haberlo hecho un par
de veces ya era todo un experto. Abrí la ventana y el frio aire de la
mañana me invadió y se coló por dentro
de mi chaqueta haciéndome temblar.
-Espera-me dijo Alice poniendo su mano en
mi hombro-¿No me vas a dar ni un beso de despedida?
Le di un beso y después baje por la
ventana, esta vez sin hacerme daño. Volvía recorrer las calles de York esta vez
estaban mucho mas deshabitadas que a las
doce. Ahora ni siquiera pasaban los coches, casi no se podía oír ningún ruido.
Al llegar a mi casa repetí exactamente lo
mismo de anoche y me encontré con que encima de mi cama había una maleta hecha
con mi ropa. Una mueca se dibujo en mi rostro y fui a cantarles las cuarenta a
mis padres, cuando de repente me di cuenta de que si habían entrado en mi
habitación sabrían que me había escapado. Trague saliva, no me esperaba nada
bueno.
Me encontré a mis padres en la cocina con
una sonrisa en la cara.
-¿Qué tal has dormido, Darren?-me
pregunto mi madre mientras se comía su desayuno-
-¿Qué hacéis vosotros
despiertos?-pregunte con hostilidad-
-¿Qué haces tú fuera de casa? ¿Qué haces
tú llegando a estas horas? ¿Qué haces tú con tu vida?-dijo como si cada una de
las preguntas fueran flechas que me estuviera lanzando-
No me atreví a responder, subí las
escaleras, haciendo el mayor ruido posible, y entre en el baño. Me quite la
camiseta y observe que estaba completamente manchada de sangre. Me limpie la
herida como pude después me cambie y baje a la cocina. Me senté en una silla y
le pregunte a mi madre con el mayor desdén posible:
-¿Para qué son estas maletas?
-¿Para qué son estas maletas?
-Como a ti no te gusta pasar el tiempo en
casa, hemos decidido pasar el puente con tus tíos.-dijo mi padre con una
sonrisa en la cara-Por cierto, no sé si te lo había mencionado pero estas
castigado. Sin móvil, sin ordenador y sin salir de casa durante el resto de tu
vida.
Asentí y intenté comer algo pero no pude
todo me provocaba unas nauseas
terribles. Y antes de que pudiera darme cuenta estaba sentado en el coche
observando cómo mis padres cumplían su venganza contra mí. Quizás me lo merecía
o quizás no…
Apoye derrotado la cabeza en la
ventanilla del coche y pronto contemple como las calles de Hull aparecían ante mis ojos. El barrio de mis
tíos estaba a las afueras de la cuidad por lo que pensé que con un poco de suerte nos
perderíamos y no llegaríamos o por lo menos derrocharíamos algo de tiempo. Pero la suerte no estaba de
mi parte así que llegamos mucho antes de lo previsto.
Mis tíos nos recibieron con una brillante
y clara sonrisa pintada en la cara. Sus hijas me observaron y al contemplar que
a mi lado no había rastro de Jacob sus sonrisas se transformaron en una mueca.
A mi esas niñatas pijas tengo que
confesaros que jamás me cayeron, ni me caen, ni me caerán bien. Mis primas por
aquel entonces, si recuerdo bien, tenían quince años y su afición favorita era
perseguir a los chicos. Estaban hechas todas unas psicópatas.
La navidades pasadas me vi obligado junto
a Jacob a compartir habitación y casa con esas tres y además tuvimos que
soportar sus estúpidos cotilleos. Sentí que me iba a estallar la cabeza solo de
pensar lo que me vería obligado a soportaren este puente. Ladee la cabeza
desesperado y pensé en cuál sería el próximo movimiento de mis padres. Desde
hace años mantenía una batalla psicológica con mis padres y yo no pensaba
rendirme, el problema era que ellos tampoco. Era como una partida de ajedrez y
en ese momento necesitaba un jaque mate,
que por más que lo buscaba seguía sin
aparecer.
Pronto descubrí cual era la jugada de mis
padres, esa vez he de admitir que si lo habían pensado bien y su jugada me dejo
con la boca abierta. En ese puente me sometieron a la peor tortura posible que
existe en la tierra, dormir en la misma habitación que mi primo Daniel.
Daniel
Bollingbroke no conocía el significado del silencio por la noche y
bastaba con el más mínimo sonido para que el reaccionara y se pusiera a llorar
como si le estuvieran sometiendo a la peor de las torturas. Nunca me había
acercado demasiado a él no solo porque a mí los bebes nunca me han hecho
demasiada gracia si no porque además Jacob y yo sospechábamos que la siniestra
sangre de nuestras primas corría por sus venas.
Estaba seguro de que esto lo habían
planeado mis padres y a mí nunca me había tocado compartir habitación con
Daniel. Siempre Jacob y yo dormíamos en la buhardilla. Pero esta vez ya no
estaba Jacob conmigo y eso significaba que la suerte ya no estaba de mi parte.
Me pregunte donde estaría ahora y que estaría haciendo mientras mi tío me
acompañaba a la habitación del demonio.
Tras meter mi maleta en la habitación con
sumo cuidado, cerró la puerta y nos dejo a solas. Mi compañero de habitación se
reía y me miraba. Podía ser el demonio
pero era adorable. Sus ojos verdes me miraban impacientes por torturarme.
Sonreí y no pude evitar acercarme a
contemplarlo de cerca, le cogí delicadamente una mano de sus minúsculos dedos y
este me la cogió con fuerza.
Le sonreí de delicadamente, aparte su
mano de mi dedo y me tumbe en la cama. Justo al apoyarme en ella sentí que la
herida me escocía terriblemente. Lo que tengo que hacer por amor-pensé mientras
intentaba cerrar los ojos- Me di cuenta de que no había dormido en toda la
noche, ya que el armario repleto de cajas de Alice no era sitio ideal para
descansar y me intente dormir. En cuanto mis parpados se cerraron y me empecé a
dormir Daniel empezó a llorar desconsoladamente. Desde ese momento sé por
experiencia propia porque a alguien tanadorable le llaman demonio.
Obsesión: Capitulo 3
Alice
me dio un beso en la mejilla y tras despedirme de ella volví a casa.
Deslicé
suavemente las llaves por la cerradura
intentando hacer el menor ruido posible. Sonreí satisfecho cuando no oí que los
gritos de mamá que me llamaban. Me quité los zapatos en silencio y andando de puntillas intenté
subir las escaleras sin hacer ruido pero el parqué me traicionó y soltó un
ruido desgarrador en cuanto lo pisé. A pesar de eso la casa seguía en silencio,
así que pasados unos segundos decidí dar el segundo paso, pero otra vez pasó lo
mismo y no hubo respuesta.
-¿Mamá?
¿Papá? ¿Jacob?-dije gritando-¿Hay alguien en casa? No me hace gracia…
Mis preguntas
se disolvieron en el frío aire de la casa y nadie se dignó a responder a
ninguna de ellas. Entonces, ya sin percatarme de si hacia ruido o no, recorrí
la casa en busca de alguien. Pasé por la
cocina, por el salón, por todas las habitaciones, por los baños, hasta que solo
me quedó una por revisar, la de Jacob.
Entré
sigilosamente como si fuera un santuario o algo parecido. Yo siempre le había
tenido mucho respeto a las cosas de mi hermano y sobre todo a su habitación. Aún
ahora cuando os cuento esta historia que pasó hace tantísimo tiempo, ahora que mi pelo ya no es negro como el carbón y mis ojos han perdido ese azul tan
brillante que tenía cuando era joven, aún ahora le sigo teniendo respeto a sus
cosas.
Abrí la puerta de la habitación y entré dentro.
Estaba igual que hace dos semanas. Las persianas estaban entre cerradas y
pequeñas ráfagas de luz se colaban por sus pequeños agujeros. La cama estaba
hecha y el montón de ropa seguía allí. Me quedé unos minutos contemplando la
habitación de mi hermano sin poder dar un paso más. Cogí el pomo de la puerta dispuesta
a cerrarla y a salir de allí cuando divisé un pequeño papel debajo de su cama.
No estaba allí la última vez que entré hace más de dos semanas. Por un momento
me picó la curiosidad y estuve a punto de abalanzarme a cogerlo, pero una
vocecilla interior me dijo que sería mejor no tocar las cosas de Jacob. Así que
cerré la puerta y salí de allí.
Tras
dos horas de soledad absoluta, que agradecí mucho, llegaron mis padres y
entraron a mi habitación aparentemente para darme un tipo de explicación que no
me interesaba.
-Darren,
estaba en el médico con tu madre, siento…-empezó a decir mi padre sentándose a
mi lado- no haberte avisado pero nosotros…
-Me da
igual, no tienes por qué darme explicaciones-dije con desdén y haciendo un
gesto para que se marchara-
Balbuceo
algo incomprensible y después me miró.
-No
entiendo qué te pasa últimamente, Darren-dijo mirándome severamente y
levantándose-Antes tú no eras así.
Ni
siquiera me molesté en contestarle, le seguí la mirada hasta que se apoyó en el
marco de la puerta y la cerró tras salir de la habitación.
Intenté
hacer los deberes de francés y lo conseguí, pero después no me pude concentrar
en nada más ya que en mi cabeza aparecía continuamente la imagen del papelito.
Tenía unas ganas irrefrenables de correr a la habitación de mi hermano y mirar
que ponía, aunque después de todo solo fuera algún tipo de publicidad.
Necesitaba saberlo. Una parte de mí se moría de ganas de saberlo y otra me
decía que debía controlarme.
***
Llegó
el jueves y con él un examen sorpresa de francés, como ya sospechaban los
empollones de la clase. Mi clase, según los profesores, se dividía en: Los
alumnos “perfectos” (en cristiano: los empollones básicamente), los alumnos
pasotas, los normalitos, y los “graciosillos” de la clase. Y para nosotros, los
alumnos de la clase se dividía en: los
que hacen los deberes y estudian, los que estudian sin hacer deberes, los que
no hacen nada y los que nos dejaban copiarnos los deberes. O por lo menos para
mí así se dividían en esos tipos.
Os dejo
que adivinéis vosotros mismos en cual estaba yo. Rosie estaba en el de los
“normalitos” y el resto de mis amigos estaba en el de “pasotas” o
“graciosillos”.
Una vez
acabado el examen sorpresa de francés, todos los alumnos se precipitaron para
salir corriendo del instituto. Era curioso
como corrían como la pólvora a las tres y como andaban, como si fueran
de la tercera edad, para volver a clase después del patio.
Esa vez
no me fui el primero de clase, como solía hacer habitualmente, y Rosie, no sé porque, me esperó. Mientras
bajábamos las escaleras para salir del instituto decidió empezar conversación:
-¿Lo
tuyo con Alice va bien?
-Bueno,
como todos alguna pelea tenemos y tal, pero nada fuera de lo normal.
Para
cuando acabé la última palabra ya estábamos fuera del instituto y el frío como
siempre, nos estaba esperando. Seguimos andando hasta que me tuve que desviar
para irme a casa entonces Rosie me dijo al oído:
-Si
alguna vez quieres salir con una chica de verdad, no como Alice, llámame.
Tras
decir esto me dio un beso en la mejilla y se fue por el atajo a su casa. Me
quedé paralizado mientras en mi cabeza resonaban sus palabras “Si alguna vez quieres salir con una chica
de verdad, no como Alice, llámame.” Quizás me había pasado y le había dado
una imagen equivocada de lo mío con Alice a Rosie. Me quedé allí, bajo el frio,
esperando a que algo o alguien me dijera qué hacer, porque en ese momento
estaba realmente perdido. Más que nunca necesitaba uno de los consejos de
Jacob.
Decidí
dejar la mente en blanco e irme a casa. Tenía demasiado en lo que pensar.
***
Los
días pasaban volando, tanto que, sin darme cuenta estaba metido de cabeza en un
jueves a las once. Faltaban diez minutos para que empezara la siguiente clase,
así que mi alma vagaba por los pasillos sin saber qué hacer. Como bien sabían
los profesores y los que me conocían algo más que de cara, siempre estaba
perdido en mis pensamientos o como solía decir mi profesor de matemáticas “Siempre
estaba en las nubes”. Quizás lo estaba o quizás es que todo el mundo estaba
contra mí.
No sé como paso y tampoco podría describirlo a
la perfección porque no lo vi venir, lo único que mi mente de anciano puede
recordar ahora mismo es que de repente me choqué con un chico y de pronto
sentía como mi piel entraba en contacto con el congelado suelo.”Lo siento,
chaval” articuló ese chico y después oí
a través de las baldosas como se largaba. Jamás le vi la cara. Cuando mis ojos
se decidieron a abrirse él ya se había ido y yo estaba solo en el pasillo. Me
levante rápidamente y corrí hacia mi clase, sabiendo que, en cuanto tocara el
timbre los de primero pasarían por mi pasillo para ir a francés y sabía lo
monstruosos que podían llegar a ser esos críos con cara de angelitos.
Llegue
justo a tiempo a mi clase donde estaba Rosie.
-Hola…
¿Qué-e-e tal?-dije tartamudeando
-Ya que
lo preguntas, muy bien-dijo acercándose a mi-¿Y tú?
No me
dejo responder. Sé acerco a mí y me besó sin que yo pudiera hacer nada hasta
que me decidí a cogerla de los brazos y apartarla de mí, lo más rápido posible.
Ella sonrió y me mantuvo la mirada con determinación.
-Yo...yo
tengo novia-dije sintiéndome como el más vil de los criminales-
-Lo
sé-dijo sonriendo y apartándose el pelo – Yo soy tu nueva novia.
La
campana sonó y todos llegaron a clase, incluido el profesor. Nos vimos
obligados a volver a nuestros sitios. Me sentía culpable, como si hubiera
matado a miles de personas, pero eso se quedaba corto con lo que acababa de
hacer: acababa de engañar a mi novia. Era un cerdo.
El
secreto me pesaba demasiado como para llevarlo a cuestas durante mucho tiempo más,
así que después del interrogatorio de Mark durante mates lo solté todo casi sin
respirar. Me esperaba que me gritara “Eres un cerdo, mira chaval me das asco,
no te mereces a Alice” Pero en cambio me dijo:
-¿Y eso
es lo que te pasa? ¿Solo eso?-me dijo echándose a reír sin hacer caso a la
mirada de advertencia de la profesora de naturales-Mira, lo primero; no fue
voluntario, te besó ella a ti y no tú a ella y segundo; me juego lo que quieras
a que Alice también lo ha hecho, muchas, muchas veces.
Lo
primero me tranquilizó haciendo que mis músculos se destensaran y dejando
descansar a mi cerebro que no paraba de pensar en que ocurriría si Alice se
enterara, en que haría entonces…Tenía
razón me había defendido e incluso la había apartado. Así que la culpabilidad
me abandonó antes de que el timbre nos anunciara que el fin de semana estaba
aquí.
Jacob tampoco
iba a venir este fin de semana. Habían pasado tres semanas desde su última
visita. La confusión poco a poco se apoderaba de mí. Jacob siempre había sido
mi punto de apoyo, mi mejor amigo, mi consejero. Pero el año pasado, cuando se fue
a la universidad, todo cambió. Ya nada era lo mismo, ya no nos pasábamos
hablando horas y horas o jugando a la Play Station mientras hablábamos de
chicas, qué venía a ser casi lo mismo.
Ahora él estaba en Londres y yo seguía
aquí en York.
Me
deslicé por el pasillo tranquilamente, ya que no había nadie, teníamos puente, así
que aparte de que fuera viernes todos
habían corrido aún más. El instituto estaba más abandonado que un desierto
durante las horas del sol. Recorrí los pasillos hasta llegar a la puerta donde
me encontré con el conserje. Un hombre viejo, que por aquel entonces rondaba
los cincuenta años, me da miedo pensar en cuantos tendrá ahora y en si seguirá vivo. Tenía el pelo lleno de canas y
siempre había tenido bastante mal humor. Recuerdo como cuando llegué aquí
siendo un niño de doce años el miedo que le tenía, nada más verle me empezaban
a temblar las piernas. En esos tiempos mi instinto nunca me fallaba, pero esa
vez me equivoqué. El conserje no era más que un hombre amargado que hacia su
trabajo, o por lo menos eso fue lo que pensé en ese momento.
-¿Pasas
o qué? ¿Te quedas aquí?-me preguntó con
su voz ronca-
No le
respondí, se me hizo un nudo en la garganta, ya que no esperaba verlo allí. Así
que atravesé rápidamente las puertas y empecé a andar por las calles
eternamente desiertas que estaban al lado del instituto. Pero el hombre me
detuvo cogiéndome por el brazo. Obligándome a girarme y después cuándo me miró una sonrisa se dibujó en su rostro
tímidamente.
-Tú…
¿Eres hermano de Jacob Bolingbroke?-me preguntó soltándome el brazo-
-Si…
¿Por qué lo pregunta?-le dije continuando la conversación algo que no era muy
común en mí-Yo no soy una leyenda como él.
-Os
parecéis muchísimo, los mismos ojos azules y el pelo negro como el carbón-dijo
sin darle importancia a lo último que acababa de decirle-
Dicho
esto me sonrió, me hizo un gesto con la cabeza y se fue, cerrando tras de sí
las puertas del instituto. Me quedé atónito y noté como mis mejillas poco a
poco empezaban a coger color, que me dijeran que me parecía a Jacob era el
mejor cumplido que me podían hacer. Parecerme a él era lo que más quería en
este mundo. Porque él era el mejor.
Anduve
tranquilamente por las calles de York. Y sin darme cuenta me topé con mi casa.
Una casa mediana, con ladrillo rojo oscuro y un techo negro. El jardín en el
que destacaba el color verde oscuro ya no estaba tan cuidado como siempre.
Desde que mamá había empezado a ir tanto al hospital había descuidado mucho el
jardín, que era uno de sus hobbies favoritos. Antes mamá y papá solían pasarse todas
las horas del domingo por la mañana en el jardín, debido a la pasión que mi
madre sentía por la jardinería, mientras Jacob y yo observábamos lo asqueroso que era verlos allí
besándose como si no hubiera mañana.
Entré
en casa y vi que en el salón papá estaba limpiando y recogiendo los adornos
navideños mientras cantaba Santa Claus Is Coming To Town. Dejé la
mochila en el suelo sin hacer ningún tipo de ruido mientras observaba a mi
padre bailar y limpiaba desde el marco de la puerta.
-You better watch out, you better not cry, better
not pout, I'm telling you why: Santa Claus is coming to town. - empezó a cantar mi padre entusiasmado-
Por un momento pensé en gritarle o algo así. Pero estaba demasiado
ocupado reprimiendo una risita. Entonces se me ocurrió lo que debía hacer. Y me
adentré un poco más en el salón y cante:
- Santa Claus is leaving the town.
Mi padre se sobresaltó y después se echó a reír mientras yo
señalaba el calendario que decía que estábamos a mediados de enero, estaba
claro que Santa Claus había dejado hace tiempo la ciudad.
Después me metí en la cocina a comer mientras encendía la
tele. Estaban las noticias, mientras una mujer me informaba de cosas que no me
interesaban en absoluto, revolví la comida que había en mi plato con nauseas.
Papá no sabía cocinar, ni tampoco cantar, cómo había podido comprobar apenas
hace unos segundos, quizás fuera un buen contable pero nada más. Por un momento
me acordé de mamá y después me tranquilicé sabiendo que estaría o trabajando o
en el hospital.
***
-No, no puedo Alice…me mataran-dije suplicante-He suspendido
mates y como se enteren de esto…No veré la luz del sol hasta que mis huesos
queden reducidos a polvo.
-Ya veo cuanto quieres a tu novia.-dijo y después oí un pitido
que me anunció que mi novia me acababa de colgar-
Era sábado por la noche y Alice me había llamado. Quería que
me colara por la ventana de su casa dentro de unas horas a media noche. Quería
algo más romántico y esta vez había elegido una escena digna de Romeo y Julieta.
Obsesión: Capitulo 2
Esta
semana, tal y como lo hizo la anterior, Jacob no vino a casa en el fin de
semana. Eso no me gustó nada, como ya os he contado aparte de ser mi hermano y mentor, Jacob es mi mejor amigo.
Cuando
mis padres le llamaban, ya que él nunca lo hacía, él le daba largas de porque
no iba a venir, eso no me molestaba nada. Lo que si me molestaba y mucho era
que me las diera a mí. Cuando intentaba hablar con el por el móvil, se limitaba a saludarme, a preguntarme qué tal estaba y a
colgar.
Mi vida
se estaba yendo a pique, mi novia Alice también me daba largas, mis padres
estaban cada vez más pesados… ¿Se podía tener una vida peor? No lo creo.
-Entonces
¿Este viernes no sales?-pregunte con la esperanza de que la contestación fuera
si-
-No,
voy a quedar con Adam para hacer un
trabajo-dijo cogiendo su mochila y colgándosela en el hombro-No te lo tomes a
mal, Darren.
Cada
vez esto mejoraba más. Perdía a mi hermano, a mi novia y me ganaba a unos
padres aun más pesados.
Los
días pasaban volando, y por fin llego el jueves por la noche. Era el día en que
mama y papa, a veces solo papa porque mama estaba en el hospital, llamaban a
Jacob y este les decía si vendría o no vendría mañana. Desgraciadamente la
contestación esta vez fue la misma que últimamente “No, lo siento mucho, esta
semana estoy liadísimo”. Cuando le pedí a papa que me lo pasara este negó con
la cabeza y susurro:
-Lo
siento Darren, ha colgado ya, tenía muchas cosas que hacer.
Mi
padre llevaba deprimido bastante tiempo, ignoraba porque. La verdad es que
verle así a veces me preocupaba un poco, me preocupaba, pero no lo suficiente
para preguntarle.
Cuando
me desperté el viernes aun no había salido el sol, ya que apenas eran las seis
de la mañana, y mis padres estaban hablando con alguien en la cocina. Esto se
me hizo bastante raro porque mis padres no tenían casi amigos y Jacob no iba a
venir. Al bajar por las escaleras, que chirriaban con cada paso que daba, me
encontré con mis padres que tenían un aspecto bastante deprimente y subían a su
habitación. Entre en la cocina y me encontré con que mi hermano estaba ahí.
-¡Jacob!-dije
abrazándole-¿No estabas en la universidad?
-Tú lo
has dicho, lo estaba, pero después de que papa me contara lo mucho que me echas
de menos-dijo esbozando una leve sonrisa-He decido darte una sorpresa.
Estaba
perdiendo a mi novia, mis padres seguían igual, pero mi hermano había vuelto.
Por un momento ya no pensé ni en Alice, ni en papa, ni en mama, ni en los
profesores, ni en el 4,9 del examen de mates. Solo pensaba en que tenía que
aprovechar al máximo el tiempo que se quedaba mi hermano. Porque no estaba
seguro de si volvería la semana que
viene.
Paso
una rápida mirada por la casa. Los adornos navideños seguían colgados ahí desde
el uno de Diciembre y el papel de regalo aun reposaba tranquilamente sobre el
parqué del salón. Nadie se había molestado en recogerlos, ni tampoco en
guardarlos. Prácticamente nadie entraba en el salón, yo vivía en mi habitación
y en la cocina. En otros tiempos mi madre ya los hubiera recogido, pero todo había cambiado, ahora las
casa estaba deshabitada ya que mi madre y mi padre se pasaban todo el día o
trabajando o en hospital.
Me
despedí de mí querido hermano y entre en la pesadilla viviente de todos los
adolescentes: el instituto. En el pasillo todos los alumnos cuchicheaban
haciendo un ruido insufrible. Recorrí los pasillos rápidamente dirigiéndome a
mi clase mientras algunos me miraban y saludaban.
Mi
clase era un lugar amplio y casi siempre lleno de mucha gente, la mayoría ni
siquiera de mi curso, era de color blanco con tres rayas azules en los
laterales. Me senté en mi sitio de costumbre, la última fila en el ángulo más
alejado posible de los profesores.
Después
de un buen rato Mark llegó, tarde como siempre, y se sentó a mi lado.
-Muy
bien, Mark, tarde como solo tú sabes llegar. Empecemos por ese grupo-dijo
andando rápidamente hasta nosotros hasta situarse en frente de nuestras
narices-¿Tenéis hechos los deberes? No sé porque ni porque pregunto si todos sabemos la
respuesta.
Toda la
clase estallo en una sonora carcajada, todos menos Mark y yo. Mark cogió su
mochila y la puso sobre sus rodillas mientras sacaba sus deberes, como siempre,
hechos y rotulados a la perfección. El profesor sonrió maliciosamente y se los
arranco a Mark de las manos. Los miro y los remiro hasta que derrotado vio que
estaban totalmente hechos. Después se giro hacia mí y me arme de orgullo para
contestarle:
-Yo no
los he hecho.
Ni
siquiera pregunto porque como solía hacer normalmente. Supongo que después de
haberme dado clase durante tres años y siete a mi hermano por fin había pillado
nuestro método de estudio. Las horas muertas pasaban y me preguntaba si
realmente sería capaz de acabar las clases con vida. Pero cuando yo ya lo daba
todo por perdido la profesora de naturales me dijo:
-Han venido tu padre y tu hermano-dijo la profesora sonriendo levemente al pronunciar la palabra “hermano”-tienes dentista.
-Han venido tu padre y tu hermano-dijo la profesora sonriendo levemente al pronunciar la palabra “hermano”-tienes dentista.
Todas
las chicas empezaron a cuchillar en cuanto oyeron la palabra “hermano”, estaba
claro que en cuanto tocará el timbre que
anunciaba el segundo recreo, la noticia de que Jacob Bolingbroke estaba en la
cuidad correría como la pólvora. La profesora de naturales tenía unas ganas
incontrolables de ponerse cuchichear con las chicas de mi clase, aun
que eso rebajase su nivel de profesora.
Yo no
tenía nada en contra de ella, era buena corrigiendo, ponía pocos deberes, era
guapa, joven (apenas tenía veinticuatro años)…Pero claro, era bien sabido en el
instituto que la profesora de naturales solía tener “líos” con sus alumnos más
guapos de último curso. Y como no, Jacob Bolingbroke no iba a ser menos.
Cogí
todos mis libros ya que sabía que el supuesto “dentista” tardaría mucho tiempo
en acabar lo que quiera que me fuera a hacer así que me despedí de los pocos colegas que tenía en clase y le sonreí a
Rosie Strafford. No penséis mal, a mi no me gustaba. La única
chica que me gustaba era Alice. Pero ponerla un poco celosa nunca venia mal,
¿verdad?
En la puerta de mi instituto estaba Jacob sentado en frente
de su coche. Yo ya sospechaba que no tenía dentista pero aun así nunca me
imagine que vería a Jacob solo, sin papa. Me imaginaba que me estarían sacando
de clase por otra de las tonterías de mama. Pero no fue eso.
En cuanto me vio llegar y dado que vio mi cara de asombro me
dijo:
-No pensaras que te iba a dejar en clase aburrido mientras estoy en la ciudad, ¿verdad?
-No pensaras que te iba a dejar en clase aburrido mientras estoy en la ciudad, ¿verdad?
-Eres
el mejor-dije subiendo al coche, este asintió y me sonrió-
Os
contaría lo que hicimos después pero es que jure no hacerlo. Y yo era un chaval
de palabra. Tampoco hicimos nada malo, tan solo nos divertimos. Cuando volvimos
papa aun no había vuelto a casa así que no nos cayó ninguna bronca. Cuando
llego papa comimos los cuatro en silencio, nadie se atrevía articular palabra.
Ni siquiera yo, qué de normal y con mis amigos, era bastante hablador. ¿No me
creéis? Preguntádselo a mis profesores, ellos os lo aseguraran.
-¿No es
genial que estemos todos juntos?-dijo mama-
Papa le
cogió la mano y le sonrió y después dijo:
-La verdad es que sí, lo echaba de menos.
-La verdad es que sí, lo echaba de menos.
Acto
seguido nos miraron a nosotros, como esperando un “Si, mama. Si, papa esto es
genial” para completar esa escena tan asquerosamente repulsiva que parecía
sacada de un anuncio inmobiliario de la tele. Espere a ver qué hacia Jacob y
este que parecía preocupado les sonrió así que yo como siempre hice lo mismo
que él y sonreí.
******
Muy a
mi pesar, Jacob se fue el domingo por la noche. Y todo volvió a ser aburrido
como antes de que volviera, nadie me rescato de las aburridas e interminables
clases y nadie me libro de la vigilancia
extrema de mama y papa.
El
lunes llegue a clase habiendo dormido apenas tres horas. Lo intente, lo juro.
Pero no sé por qué no lo conseguí, después de cinco horas de intentarlo me di
por vencido y justo en ese momento me dormí pero ya eran las cuatro de la
mañana. Total, que solo dormí tres horas. ¿Aguantar seis horas de clase
habiendo dormido tres? No lo intentéis, os lo digo yo que lo he vivido, no sale
bien.
En
clase de matemáticas estuve a punto de dormirme, no podía más, mis parpados se
cerraban lentamente y puse todo de mi parte para no dormirme pero aun así se me
cerraron los ojos completamente un par de veces. Y cuando yo creía que eso era
lo peor que tenía que aguantar en el día, me toco ir a educación física y cómo
no, mi profesor el señor Adams que es un
entusiasta de la vida nos hizo corres no cinco, ni diez, ni veinte, si no media
hora. Y mientras corríamos se le ocurrió darme conversación justo a mí, que
estuve a punto de dormirme mientras corría.
-He
oído que Jacob estaba en la cuidad. ¿Es verdad?
-Sí, es
verdad. Pero ya se ha ido-dije bastante deprimido-
-Cuando
vuelva dale recuerdos de su viejo entrenador…y tu Darren… ¿No te gustaría
entrar en el equipo? Si eres tan bueno como tu padre o tu hermano…
-Me
encantaría señor Adams-mentí, la verdad es que entrar en el equipo no estaba
precisamente en mi lista de deseos pero si así me parecía más a Jacob…-¿Cuándo
empiezo?
Y por
fin, después de seis horas inaguantables el timbre dio paso a los gritos y a la emoción
de que por fin se acababa este terrible
lunes. Pero aun así quedaban aun cuatro días más para llegar al deseado
fin de semana…Y además nadie sabía cuántos quedaban para volver a ver a Jacob.
Yo en ese momento me figure que como mínimo pasarían dos semanas antes de
volver a verlo.
*****
Una
semana más tarde…
Por fin
las aguas habían vuelto a su cauce. Alice había terminado el trabajo así que
ahora ya podíamos pasar más tiempo juntos. Mama hacia cinco días que ya no iba
al hospital y papa creo que estaba mucho más relajado. Eso sí, yo seguía peleándome y odiando a mi madre… ¿Cómo se
puede ser así? ¡Tenia catorce años, no era ningún crio!
Y en
cuanto a los profesores esos no habían cambiado y tenía claro que no lo harían.
La de naturales seguía con su impecable sonrisa…la Momia con su habitual mueca
de odio en la cara. Y el de francés con
su mal genio de toda la vida.
El frio
seguía con nosotros y nos anunciaba que no pensaba irse de York, una ciudad
situada al norte de Inglaterra y a 338 km de Londres, así que cerré bien la
cremallera de mi chaqueta y anduve hasta el instituto. Otra vez era lunes y el
fin de semana pasado Jacob tampoco había venido.
Después
de que la Momia nos aburriera, como solo ella sabía hacerlo, por fin salimos al
recreo donde el aire congelado nos invadió. Aun que claro, nosotros eso ya lo
sabíamos desde hace bastante tiempo, así que nuestro sitio estaba preparado
para todo eso y más. Mis amigos y yo siempre teníamos el mejor sitio del patio.
Yo lo había heredado de Jacob que lo conseguí o junto con los hermanos mayores de mis amigos en su
momento. Así que ahora nos pertenecía a nosotros. Nuestro grupo de amigos era
muy reducido, claro está si no cuentas a la gente que siempre se pegaba a
nosotros, se limitaba a mis tres mejores amigos: Alex, Byron y Christopher. En él también
estaba Alice y sus respectivas novias: Mery, Abigail y Clare.
Alice y sus amigas eran un años mayor que nosotros, lo que
no facilitaba las cosas sino más bien todo lo contrario… ¿Tenéis idea de lo difícil
que es tener a una novia que no va a tu clase, ni siquiera a tu curso?
Obsesión: Capitulo 1
-Que
no, Darren, que no. No te puedo aprobar, lo siento chaval.
Le
lancé una mirada asesina a mi profesor y salí a la calle donde el frió me hizo
estremecerme. Mi profesor de matemáticas siempre ha sido estricto pero yo
siempre había pensado que con un 4,9 me aprobaría. Pero eso ya me daba igual.
Lo único que no quería es que me echaran la bronca en casa, nada más. Porque
¿Qué más dará una más que una menos?
Cuando
llegue a casa me encontré con el mismo de siempre, el control de todos los
días. Pero ya estaba harto así que ni siquiera salude. Entré en mi habitación y
me puse a hacer los deberes. Bueno ¿A quién quiero engañar? No me puse a hacer
los deberes, no. Cogí mi móvil y me puse la música lo más alta que pude.
Necesitaba desconectar un poco.
Ya hace un par de semanas que habíamos vuelto
de Navidad, dejando a tras todos esos regalos, esos interminables días de
fiesta en los que cuando te levantabas ya
había salido el sol. Y sobretodo
dejando a tras las vacaciones de Navidad y dando paso el segundo trimestre. Si,
al segundo, asqueroso e interminable segundo trimestre. Lo odiaba. Bueno,
odiaba eso y todo lo que tuviera alguna relación con estudiar. Mi padre siempre
me decía: “Sin estudiar no llegarás a nada, Darren” Pero yo tenía claro que
mentía lo sabía todo gracias a mi mentor, mi ídolo, mi modelo a seguir, y el
que también era mi hermano mayor. Jacob tenía diecinueve años y estaba en
segundo de la universidad. Si, habéis leído bien, en la universidad. Y jamás de
los jamases había abierto un libro, era el mejor.
En mi
instituto Jacob era una leyenda todos sabían quién era y por eso también sabían
quién era yo. Jacob era el que siempre estaba con la chica más guapa, el que
desafiaba a los profesores, el que aprobaba sin estudiar, el que hacia lo que
quería, el incontrolable. Recuerdo que cuando a veces los profesores venían a
casa a cenar con mis padres decían:
-En mi
clase hay tres tipos de alumnos: los que estudian y aprueban, los que
suspenden, y Jacob Bollingbroke.
Claro
que yo, nunca podre ser comparable con él. Ni yo ni nadie. Todo el mundo
esperaba que fuera igual que él pero yo no tenía ni tendré nunca las agallas
suficientes: en clase no desafía a los profesores pero tampoco me portaba bien,
tampoco soy incontrolable. Pero eso sí, salía con la chica más guapa del
instituto. Ahora mismo imagínate a la más guapa, pues es mil veces mejor que
esa que te has imaginado. Y aun que no
había repetido ningún curso se me hacía muy difícil aprobar sin estudiar, como
a la mayoría de los seres humanos.
***
La
momia entro como siempre prontísimo. La momia era como apodábamos a nuestra
profesora de Historia. Puedo jurar que es más vieja que nuestro libro y eso que
en el libro había más de cincuenta nombres escritos. Rondaría los setenta, pero
su carácter le sumaba unos mil años así que en total mil setenta años.
Rápidamente
se apresuro a empezar a hablar de la edad media, de los mansos, de la ceremonia
del feudalismo. Todo eso a mí me sonaba a chino.
-A ver,
Darren ¿En qué consistía la ceremonia del feudalismo?
-Es una
ceremonia en la que….
¡Mierda!
¡Siempre me pregunta a mí! Y la verdad es que jamás entendí
porque si nunca me sabía la respuesta y ella lo sabía.
-Negativo-atajó
inclinándose como pudo hasta coger su cuaderno y poner un menos al lado de mi
nombre-
Algo
que nunca llegare a saber es cuantos negativos de los suyos tendré ya ¿cuarenta
y cinco millones de negativos? No, eso es muy poco. Quizás unos cincuenta y
cinco mil…Si, más o menos esos.
Tras
una larga jornada de aparentar que trabajaba y prestaba un poco de atención a
los profesores por fin sonó el timbre
que anunciaba que ya éramos libres. El aire se colaba por todas las partes de
mi chaqueta y me hacía sentir escalofríos y temblar. Entonces divisé tras la
niebla a mis amigos que me hacían señas para que me acercara.
Estuvimos
hablando un rato y después atravesé las gélidas calles y entre en casa, como
siempre allí estaba ella, esperándome para someterme al interrogatorio, pero ya
estaba harto, no pensaba contestarle a nada. Ojalá se buscara una vida y dejara
la mía en paz.
Teníamos
examen de literatura al día siguiente y no había estudiado nada de nada. Así
que, sabiendo que si no aprobaba no vería la luz del sol en lo que me queda de
vida, me puse a estudiar. Lo intente, os lo juro. Pero es que después de
memorizar veinte definiciones no tienes ganas para nada más, así que deje de
estudiar.
-Aprobado
por los pelos, Bollingbroke-dijo mi profesor dándome el examen con cierto desdén-
¡Estaba
aprobado! No me lo podía creer había aprobado, después de todo. Claro que
desgraciadamente no todos los exámenes que le siguieron a ese eran tan buenos había
suspendido dos el de matemáticas y el de francés. Los demás con cinco, cosas
que a mis padres no les hacía mucha gracia pero me daba igual, si no les gustaba
se aguantaban ¿Lo importante es aprobar no?
Todo empezó
a empeorar desde hace unas semas había hecho una especie de “tratado de paz”
con mis padres y así no nos peleábamos pero estaba claro que eso no podía durara
mucho tiempo. Ellos me ponían de los nervios,
con sus dichosas preguntas: ¿A dónde vas? ¿Cuando vas a volver? ¿Qué haces? ¿Qué
tal en el instituto? ¿Qué tal con tus amigos? ¿Algún problema? Y lo que ya no podía
soportar de ninguna manera es que criticaran a Jacob. Cuando él es el mejor, es
increíble.
No sé
porque mi madre empezó a ir mucho al médico, todos los días. Lo que tengo que
admitir es que me encantara que fuera así me libraba del interrogatorio y de
verla. Y mi hermano empezó a venir menos los fines de semana, eso sí que me afecto,
necesitaba a mi hermano conmigo. Todos los días….
Hola Olivia :) Soy Elena, prima de Mery S White ¿sabes? Bueno, pues que está aquí conmigo^^ Nos ha gustado mucho el primer capítulo y bueno...ya tienes una seguidora más.
ResponderEliminarBesos, Elena y María :D
Hola Elena!No no lo sabia ajajaja!Me alegro muchísimos de que os gustara el primer capitulo y de tener una seguidora mas;)Espero que sigáis leyendo las dos:)Otro para vosotras:D
EliminarMe encanta! Pero supongo que eso tú ya lo sabías:)
ResponderEliminarajajajja pues si lo sabia:) pero aun asi no me importa leerlo ajajaja:) gracias,me algero de que te guste:D
EliminarEsta muy bien, cielo, soy la de el tuenti de AlwaisSiemperHappy, y te digo yo, que eres una artista, eso se te queda corto aun, sigue así, que ya tienes otra admiradora mas, un besazo!
ResponderEliminarHola! Muchas gracias por pasarte por mi blog y por tu comentario!Muchas gracias por seguirme me alegro que te haya gustado Obsesión :) esta la empeze hace poco la que mas capítulos tiene es "Letters to Olivia Applewhite" Tampoco creo que llegue a "artista"eso es decir mucho,pero me hace ilusion que me lo digan:)bueno un beso:)
EliminarEl capítulo 3 me ha encantado como siempre...jejeje sigue así guapísima! Santa Claus is comming to town(8)
ResponderEliminarjajajajj me alegro de que te haya gustado,en mi opinión este es el mejor de los tres que he publicado:)Un beso y gracias por leer:)
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