Querida familia

  Querida familia

En compensación a no haber publicado Compartiendo techo con un asesino he escrito este relato,que publicare este jueves espero que os guste y comentéis con vuestra opinión.





Sinopsis (Querida familia)
Joshua Green es un chico normal de catorce años, con una vida normal y unos padres normales. Esta terriblemente enamorado de una chica que no sabe que existe. Y siempre se ve obligado a aguantar que las chicas desesperadas del instituto le persigan. Pero estas Navidades todo va a  cambiar, por fin los mas ocultos deseos de Joshua se van a hacer realidad, y todo gracias a Nathan. Pero esta historia no acaba del todo bien para todos porque Anaïs, una chica que está desesperada por enamorarse, por fin  consigue lo que quiere: protagonizar una historia de amor .Pero claro está, a esta chica nadie le ha contado que no todas  las historias de amor acaban bien.


                         Querida familia



-¡Eh, tú! ¡Sí, tú, el del gorro azul!
El grupito de chicas formado por las típicas chicas malas del instituto se dispersó al ver que por mucho que gritaban el chico no se daba cuenta de su presencia. Al darse por vencidas movieron su pelo hacia un lado y se alejaron de la librería.
El chico suspiró y siguió mirando su libro, ladeó la cabeza y divisó a dos chicos. El chico le tapaba los ojos a la chica y sonreían .Ella luchaba por zafarse de las manos del musculoso muchacho sin lograrlo, cuando por fin lo consiguió hasta sus ojos sonreían. Al instante los reconoció y frunció el ceño.
Se acercó a pagar el libro y salió corriendo de allí. No soportaba ver a la parejita tan acaramelada y es que ni siquiera eran pareja. Todos sabían que ambos se gustaban, ahí estaba la gracia, todos lo sabían menos ellos. El chico cerró con los ojos con fuerza y se volvió a compadecer de sí mismo. Jamás seria ese chico. Jamás tendría a esa chica, la chica que le había gustado desde que era un niño de once años. Lo que más le aturdía era la certeza de saber que eran el uno para el otro.
Los dos eran amantes incondicionales de las lecturas de asesinatos y misterios, los dos preferían la tranquilidad, ser invisibles y no llamar la atención. Por eso no entendía  la razón por la que la chica coqueteaba y suspiraba por el otro chico. Era ella la típica, o no tan típica, chica que no solía sonreír y que lo veía todo negro y él era el típico chico sonriente que lo veía todo bien. Ella sonreía muy poco y él lo hacía demasiado, además lo hacía con una sonrisa asquerosamente perfecta y sincera que cautivaba a toda chica a la que se la dedicaba. Por eso le odiaba, por la sensación que causaba en ella con un simple movimiento, la sensación que él jamás sería capaz de causar ni siquiera con mil charlas sobre libros.
Se vio a sí mismo acabando con esa sonrisa perfecta, haciendo desaparecer el cadáver de Dallas sin que nadie se enterara y saboreando la dulce victoria.
Sacudió la cabeza intentando olvidarlo. De repente se paró en seco y miró desde la acera de enfrente como salían de una tienda y se sonreían, los siguió hasta su casa y vio como ella le rehuía un beso con coquetería, la perdió de vista al traspasar la enorme puerta.
-Nadia…-susurró el chico mientras la contemplaba-
Se conocía esa casa de memoria había estado ahí innumerables veces observándola, unos prismáticos le había permitido entrar en la intimidad de Nadia. Conocía su rutina, su amor por la novela negra y sus más extrañas aficiones; como aquella de comer helados y patatas fritas a la vez. Su sueño era entrar algún día de la mano de ella. Sueño que, siendo realista, sabía que nunca  se cumpliría.
Dio media vuelta donde anduvo hasta llegar a su casa. Este año sus padres se habían esmerado en decorarla tanto por dentro como fuera. Revolvió en su bolsillo buscando las llaves y cuando las encontró abrió la puerta y un aire caliente lo invadió completamente.
-Joshua Green, ¿Dónde te habías metido?-pregunta una mujer que sale rápidamente a recibir a su hijo-
Joshua señala el libro y se encoje de hombros. Acto seguido deja la mochila en el suelo y sube a su habitación. Observa que sobre su cama hay dos maletas con su ropa y de su boca sale un grito ahogado. Después sonríe amargamente y susurra para sus adentros:
-Plymouth, allá vamos, otra vez.
Joshua nunca había tenido demasiada relación con sus padres y mucho menos con su familia, le repugnaban. Todos eran los típicos musculitos guapos sin cerebro que habían conseguido todo en su vida por su cara bonita. El odiaba eso, bien podía ser los padres de Dallas en vez de los suyos.
Apartó las cortinas y contempló como la lluvia caía sobre las calles de Bristol. Sabía que pronto tendría que abandonar la cuidad. Las dichosas navidades estaban a la vuelta de la esquina y tendría que ir a casa de sus abuelos en Plymouth.
Una vez al año la familia se reunía en aquel piso viejo que los abuelos se negaban a abandonar. Decían que poseía un encanto victoriano que nunca hallarían en un piso nuevo. A él no era el piso lo que le molestaba, al contrario que a sus padres, a ellos esa vivienda casi en ruinas situada a las afueras de la ciudad siempre les había dado mala espina. Como a cualquier persona normal.
Se tumbo en la cama, tras haber apartado las maletas, y se fue a dormir. A la mañana siguiente divisó como había amanecido y bajó a tomar el aire con su libro bajo el brazo. Como siempre que tenía tiempo libre, fue a casa de Nadia a ver que hacía. Sus ojos se abrieron como platos al observar que el mismo chico de la tienda de ayer. Estaba con Nadia. Pero esta vez estaban más acaramelados, tanto que si el chico no sintiera lo que siente por Nadia vomitaría, el sujetaba un libro en alto mientras reía y ella intentaba quitárselo. De pronto se sintió lo bastante fuerte como para acercarse más y oír su conversación:
-¡Dámelo! ¡Dallas, por favor!
-Está bien-coincidió este-Pero solo si me das un beso.
-Yo…verás…
-O me dejas dártelo yo.
Joshua trago saliva, sabia como acabaría esto. Por un momento contempló la idea de largarse de allí lo antes posible. Pero, quizás fuera el placer de hacerse daño a sí mismo, algo le impedía moverse de allí. Sentía que le habían atornillado los pies al suelo en cuestión de segundos.
Cuando Dallas acabó de pronunciar la frase la chica sonrió, imaginándose lo que pasaría después. Éste le apartó suavemente el pelo de la cara, poniendo una mano en su mejilla. Joshua quería cerrar los ojos pero algo se lo impedía. No quería ver como Nadia y Dallas se besaban. Sabía muy bien lo que sentía Dallas por ella, sabía que él también la quería desde hace años y jamás le haría daño. Eso le tranquilizaba, Dallas no era el típico rompecorazones.
Interrumpiendo sus pensamientos vio como los dos chicos pararon de reír y Dallas acercándose besaba a Nadia. No se separaron hasta pasados los cinco minutos. Esto bien lo sabia Joshua, que cada segundo había sentido como los celos se hacían cada vez más fuertes. Lentamente se separaron y se sonrieron y de repente las mejillas de ambos cogieron color. Entonces el chico le tendió en libro.
-Gracias-susurró está mirando al chico-
Dallas la observó durante un par de segundos y después miró su reloj.
-Me tengo que ir, se me hace tarde.
-No importa, Adiós.
Joshua se lo agradeció al cielo pero de pronto vio como acababa esto. El chico sonrió, se acercó a Nadia y le dio un beso en la mejilla. Una vez que  el chico se hubo alejado Nadia contemplo vagamente el libro y antes de que Joshua pudiera acercarse a dirigirle la palabra, la chica entró en casa. Enseguida volvieron a aflorar esos sentimientos asesinos del día anterior, quizás valdría la pena meditar más seriamente aquella posibilidad.
-¿Así que tu eres el tío bueno de la librería, no?
Joshua se sobresaltó y se dio la vuelta. Detrás de él estaban las tres chicas malas de ayer. Se revolvió el pelo y suspiró.
-¿Cómo te llamas?-le preguntó la más atrevida de ellas, claro que las demás no se quedaban cortas-
-Joshua.-dijo este secamente-
Quizás fuera el despecho u otra cosa que aún ignoraba pero ya no le parecía tan mala idea hablar con esas chicas. Las tres chicas se acercaron más y le hicieron una radiografía al chico. Después se apartaron y hablaron.
-Me gusta, me gusta-dijo una de ellas-
-Es muy guapo, rubito y ojos grises, además parece tan inocente-se relamió la que le había preguntado por su nombre-
-Y no os olvidéis de lo bueno que está-apuntó la más creída de las tres-
Las tres asintieron y cuando iban a ligar con él se encontraron con que no había nadie allí. Las tres empezaron a vociferar y a soltar una innumerable cantidad te tacos y una vez calmadas exclamaron:
-Gorrito azul, no te nos vas a volver a escapar.
Mientras ellas le examinaban Joshua había decido que teniendo libros que leer y cosas que hacer... ¿Por qué iba a perder el tiempo con esas tres? Así que sin hacer ruido volvió a casa con la seguridad de que no volvería a verlas por lo menos en el resto de las vacaciones de Navidad.
                                                         ***
Los días pasaron volando y llegó el día menos esperado por Joshua, el día de ir a Plymouth por Navidad.
Joshua odiaba la Navidad y a su familia. Así que esta era la combinación que más le repugnaba. Sabía que lo más divertido que podía pasarle en  estas fiestas seria, con suerte, que el fantasma de las navidades pasadas, presentes y futuras le visitara.
El Sr Green cogió la maleta de su hijo, Josh, y la metió en el coche. Al contrario que su mujer, Margaret, su hijo nunca se molestaba demasiado por la ropa, ni por el pelo, ni por su aspecto. Esto preocupa mucho a sus padres ya que toda la familia eran los típicos musculitos sin cerebro a lo que lo único que le importaba era su físico.
Sus padres se habían conocido en la universidad. El Sr. Green se había convertido en un abogado de éxito aunque circulaban algunos rumores sobre su participación en negocios con la mafia búlgara. Por su parte, Margaret, su madre, era un ícono de la alta sociedad de Bristol, tras un breve paso por las pasarelas del mundo, ahora dedicaba todo sus esfuerzos a organizar galas benéficas y a hacer de sus hijos modelos de perfección, o al menos eso creía
Su hijo odiaba que le llamaran por su diminutivo, Josh, decía que era nombre de jugador de futbol americano o aún peor de tío guay adolescente. Por eso exigía siempre que se le llamara siempre Joshua. Con todas y cada una de las letras desde la j hasta la a.
Llegaron a Plymouth el 18 de diciembre, era pronto y el día parecía soleado. Todos vestían sus mejores sonrisas y aparentemente sus mejores sentimientos. Claro que solo aparentemente porque, ellos no lo sabían, pero de esas Navidades solo vivirían tres para contarlo.
Tras pasar unas cuantas horas de viaje llegaron a las afueras de Plymouth. Con el dinero que había ahorrado a lo largo de su vida, una buena cantidad, había comprado aquel piso que por aquel entonces era maravilloso pero ahora era una ruina andante. Su abuela que era muy tradicional pretendía que todas las generaciones de su familia se quedaran allí durante las fiestas. Y como todas las familias de los viejos que habitaban esos pisos habían conseguido sacarlos de allí  aparentemente solo estábamos ellos.
Todos estaban allí, los abuelos paternos y sus dos hermanos mayores con sus respectivas esposas mujer florero. También estaba su hermana Christine, a la que no había visto durante el año porque había estado muy ocupada en la universidad, seguidamente le presentaron a Nathan, Joshua sospechaba que era la razón por la que su hermana no había aparecido por casa en meses. Nathan le caía bien, a simple vista se  notaba que no era tan pijo y superficial como los demás. Más bien era todo lo contrario, una extraña elección por parte de Christine.
Todos estaban hechos de la misma pasta, todos eran iguales. La típica gente guay del instituto como animadoras…jugadores de futbol…y niñatas pijas. Todos parecían encajar a la perfección, incluso Nathan y Joshua podían formar parte de la postal navideña, tenían el físico perfecto pero no la personalidad.
Los días pasaron entre charlas estúpidas e insignificantes en la que  parecían interesarse por la vida del otro, pero en realidad solo esperaban impacientemente la hora de alardear de su familia y así aumentar más, si es que es posible, su ego.
A nuestro querido protagonista, Joshua, le había tocado compartir habitación con Nathan su familiar favorito, por lo que estaba encantado. Eso si lo le hacía mucha gracia que su hermana lo echara a veces de la habitación porque quería estar a solas con Nathan.
A la mañana siguiente, como no tenía nada mejor que hacer, Joshua fue a recorrer el edificio entero, cuando se disponía a volver a casa una voz lo detuvo
-Hola-dijo una voz femenina-¿Cómo te llamas? Yo soy Anaïs.
-Joshua
-¿Te puedo llamar Josh?
-No te lo recomiendo.
-Bueno… ¿Cuántos años tienes?
-Casi quince… ¿Tú?
La chica no estaba nada mal, se dijo a si mismo Joshua. Entonces algo invadió su mente era la imagen de Nadia con Dallas, sintió unas ganas terribles de vomitar. Y, tras meditarlo durante unos segundos, comprendió que esa chica era lo que necesitaba para olvidarse durante esas vacaciones de Navidad.
-Yo también. Creo que vamos a tener que pasar mucho tiempo juntos…-dijo ella acercándose a él-
-¿Por qué?-pregunto él manteniendo las distancias-
-Porque somos los únicos chavales de quince años que hay en varias millas-dijo acercándose aun más y esbozando una leve sonrisa-
-Es verdad-coincidió este, esta vez sin guardar las distancias-
La chica le sonreía cada vez más, y él se sentía un tanto incómodo. Si esa chica hubiera sido Nadia, hubiera estado, cómo se suele decir, más feliz que una perdiz pero esta no era Nadia.
Anaïs vivía sola en uno de los áticos, sus padres habían muerto en un accidente de tráfico y tras pasar por una serie de casas de acogida sin éxito había huido para vivir en el lugar con los últimos momentos felices que aún podía recordar.
 Anaïs y Joshua tenían en común algo más que su pasión por los libros, ambos disfrutaban de observar a la gente y tenía ese lado oscuro que no se podía apreciar a simple vista.
En los días que siguieron Anaïs y Joshua pasaron todo el tiempo juntos, recorrieron el complejo de viviendas, ella le preparó bocadillos, hablaron de todos los libros que habían leído. Ella sin embargo, no comentó que su mayor afición es el amor, se traga todas las novelas rosa que caían en sus manos, su escritor favorito era sin duda Federico Moccia y no paraba de soñar con encontrar al chico perfecto para entregarle su amor eterno. 
Su sueño se estaba haciendo realidad, aquella tarde, justo tres días antes de Navidad, había recibido su regalo por adelantado, Joshua le había besado tan tiernamente como siempre lo había soñado.
Se estaba enamorando de aquel chico de mirada triste, ojos grises y sonrisa perfecta. Se dijo a si misma que jamás se le presentaría  otra oportunidad de enamorarse como aquella.
Joshua no paraba de discutir con su familia, no los aguantaba más.
-¡Deberías preocuparte más por tu aspecto! ¡Ir más al gimnasio!-le chillaba siempre su madre-
-Y cuidarte más, parece que no fueras de esta  familia.-le decían sus hermanos-
Joshua totalmente harto de ellos, expresando lo que más deseaba en ese momento dijo:
-Algún día os matare a todos y no responderé por ello.
Nadie le oyó o más bien nadie le quiso oír. Salvo Nathan que esa misma noche, tras asegurarse de que todos dormían, le pregunto:
-¿Lo de antes lo decías enserio?
-Tan enserio como que me llamo Joshua.
Nathan sonrió con una sonrisa maligna y le dijo:
-Entonces yo te ayudaré.
-¿Quieres matarlos enserio?
-Si por mi fuera no lo haría, a mi esta familia de pijos sin remedio me resbala pero es mi deber…a ver chico te contaré una historia para que me entiendas mejor...
>> No conocí a tu hermana por casualidad, sino porque ese era mi trabajo. Enamorarla, ser su novio para llegar aquí, a pasar las navidades y casi todas las fiestas con vosotras. Hasta ser uno más de la familia. Para después cumplir mi misión, acabar con tus padres. Seguramente te preguntaras por qué. Veras, querido niño, aún que tú no lo sepas tenéis muchos enemigos y próximamente tendréis muchísimo dinero. Tu padre, el único que tiene un poco más de cabeza que los demás, al prever que pronto el dinero se os acabaría lo invirtió en una empresa que dentro de unos días ganará mucho dinero. Pero no lo invirtió solo, mi jefe, su socio también invirtió así que dentro de cinco días cuando  se tengan que repartir el dinero mi jefe quiere quedarse con todo y la única manera de que pueda hacerlo es que yo los mate.
-Entonces… ¿Por qué me piensas perdonar la vida a mi?-pregunto Joshua temblando-
-Porque eres diferente y me vas ayudar y además porque me caes bien y por qué el mundo necesita más gente como tú y menos gente como ellos-dijo señalando un cuadro en el que aparecía retratada su familia -¿Me ayudarás?
-Dalo por hecho.
Dicho esto ambos se estrecharon las manos y sonrieron. Acababan de sellar el pacto que condenaría a toda su familia. Pero Joshua acababa de hacer realidad uno de sus mayores deseos, acabar con su petulante y creída familia de pijos. Estaba feliz por aquello.
Anaïs iba a ver al chico, estaba totalmente enamorada de él, no podía evitarlo y se sentía extrañamente feliz porque por fin había cumplido su objetivo, vivir y protagonizar una historia de amor. Cada día segundo que pasaba a su lado le parecía perfecto y escaso. Tenía la sensación de que haría cualquier cosa por él, cualquier cosa. Lo que Anaïs no sabía era que al haber conocido y al a verse enamorado de Joshua Green había firmado con sangre su sentencia de muerte.
Mientras Nathan y Joshua planeaban como deshacerse de cada uno de los familiares de este ultimo pero claro esto tenía que ser limpiamente, no podían dejar pistas.
-¿Cómo lo haremos?
-Sera fácil, no te impacientes.  Tendremos que fingir un robo. El problema está en que si quieres vivir tendrás que sufrir un poco, tendré que disparate el la pierna o algo así. También se nos presenta otro problema, yo puedo huir sin que nadie sepa que he estado aquí, pero si te dejo vivir entonces las sospechas recaerán sobre ti- dijo con aire de preocupación
-Creo que tengo una solución para eso – dijo Joshua con una mirada siniestra- He conocido a una chica que seguro puedo involucrar en esto, nada más sencillo que echarle la culpa  a ella. La tengo comiendo de mi mano, hará todo lo que yo le diga Le diré que es una broma y para cuando se dé cuenta ya habrá llegado la policía.
Nathan asintió y mientras Joshua se encargaba de hablar las cosas con Anaïs el se encargaría de prepararlo todo para esta noche. Realmente a Nathan le caía bien Joshua, nunca se habría esperado encontrar a un chaval tan majo entre todos esos pijos sin cerebro. Además su ayuda también le facilitaba la misión y si tenía que matar a uno menos, mucho mejor.
Joshua salió de casa y subió hasta el ático donde vivía Anaïs, siempre pensó en esta chica como algo pasajero pero nunca imagino que le serviría para cumplir su mayor sueño. Toco el timbre y espero a que la chica le abriera.
Pronto apareció Anaïs en el umbral de la puerta y le sonrió a Joshua, después con un gesto le invito a que pasara. Joshua no declino la invitación. Tras unos minutos de conversación, Joshua decidió sacar el tema que le interesaba ya que tenían que deshacerse de sus padres cuanto antes porque las vacaciones de Navidad estaban a punto de terminar.
-¿Qué tienes pensado hacer esta noche?-le pregunto el joven a Anaïs-
-Pues…, la verdad es que nada-aseguro la chica con una sonrisa-
A Joshua se le ilumino la cara y le propuso hacerles una broma a sus padres. Anaïs acepto encantada, no porque la idea de asustar a los padres del chico le hiciera mucha gracia si no porque eso le haría pasar más tiempo con él y necesitaba aprovechar todo el tiempo que le quedaba antes de que el volviera  Bristol.
Ya era media noche cuando Joshua y Anaïs  entraran en la casa de los abuelos de él para hacer su broma. En el otro lado del piso Nathan, lo preparaba todo con sumo cuidado para dar el ultimátum a su plan.
Para la pobre, Anaïs todo paso demasiado rápido, antes de que pudiera pestañear sujetaba una pistola mientras las manos le temblaban, Joshua estaba sangrando en el suelo. Mientras el fingía que le dolía mucho ella empezó a llorar desconsoladamente. La joven advirtió gracias a las sirenas de la policía que se acercaban y que este había sido su triste final.
A la policía no le resulto muy difícil atar cabos en ese asunto. La joven, Anaïs Black, que se figuraban que tras la muerte de sus padres no estaba muy bien de la cabeza, al ver que la familia Green estaba tan bien juntos claramente le había entrado un ataque de celos y después de intentarles robarles los había matado, salvo a Joshua que por su disparo en la pierna dedujeron que acabar con él era lo que Anaïs estaba haciendo antes de que la descubrieran.
-Tranquilo, chico-le dijo un policía a Joshua –No te preocupes, todo irá bien.
El policía agradeció en silencio esa llamada anónima que le había llegado hace una hora de que algo no iba bien en  esa casa. Sin esa ella llamada Joshua estaría muerto, eso fue lo que se repetía a sí mismo el policía convencido al cien por ciento que era verdad, sin embargo esa versión estaba demasiado lejos de parecerse, aun que fuera solo un poco, a la verdad.
Mientras el policía le hablaba Joshua sentía el peor dolor que le había tocado aguantar en su vida. La pierna le sangraba y  no podía dejar de gritar. Pero, trato de convencerse a sí mismo de que eso era lo mejor, lo que mejor que le había pasado en la vida. Se acordó de que jamás volvería a ver a sus padres y a pesar del dolor que le causaba la herida, una tímida sonrisa se dibujo en su rostro.
Los servicios sociales dictaminaron que Joshua viviría en casa de su tía Morgan ya que era el único familiar cercano aparte de sus otros tíos que vivían en Liverpool, que le quedaba al chico. Por lo que Joshua no podía ser más feliz, su tía Morgan nunca había sido como su madre ni como el resto de su familia por eso siempre la habían excluido incluso en navidad, su familia consideraba que Morgan era el bicho raro de la familia y que preferían pasar las navidades sin ella. Por si esto fuera poco su tía Morgan vivía al lado de su adorada Nadia.
El recuerdo de Anaïs  no tardo en desaparecer de la cabeza de Joshua, quien en sus últimos momentos había sentido incluso un poco de pena por ella. Su recuerdo se perdió para siempre en su mente junto con esas navidades del 2012.Y otro lo invadió por completo, fueron sus ganas de matar a Dallas y alejarlo para siempre de Nadia.
Nadie supo jamás como se las ideo para matarlo ya que nunca se encontró su cuerpo y nadie se paró a pensar que el chico que había sufrido la tragedia  en Plymouth fuera el culpable, ni siquiera  Nadia, quien pasados unos meses de la desaparición de Dallas no pudo evitar enamorarse de Joshua y preguntarse porque no lo había conocido antes.
*  *  *
Dos años después de la extraña desaparición de Dallas Adams y tras el segundo aniversario del asesinato de los Green a manos de la sanguinaria Anaïs Black, Joshua Green decide visitar a su familia.
Paso delicadamente las manos por la tumba de cada uno de sus familiares y después de dejarle una flor a cada uno susurro:
-Lo siento mucho, Querida familia, pero este tenía que ser vuestro final.
-¡Joshua vámonos ya, va a anochecer!-dijo una voz femenina desde las puertas del cementerio –
-Enseguida voy, Nadia.
Joshua se revolvió el pelo rubio y salió lentamente del cementerio. Después abrazo y beso a su novia Nadia.
Cuenta la leyenda que Joshua y Nadia vivieron felices y comieron perdices. Nunca más se volvió a saber nada de Nathan .La pobre Anaïs Black fue condenada a cadena perpetua por unos crímenes que nunca cometió y nunca más volvió a ver la luz del sol. Pero eso sí, consiguió tener una historia de amor aun que tuvo que aprender por las malas que no todas las historias de amor acaban bien y mucho menos la suya. 

6 comentarios:

  1. Cielo , no lo dejes porfavor tus relatos me encantan y a quien diga lo contrario se entera ¡ no lo dejes . besis de chocolate . Att : Strawberries Sweets

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    1. No te preocupes que después de pensarlo durante un par de días he decidido no dejarlo:)

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  2. Esta muy bien,no pienses que es malo porque sino todos lo creerán y no lo leerán.Besos y un gran abrazo ^^

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  3. QUE DICES! BORRA AHORA MISMO ESAS DOS ULTIMAS LINEAS EN LAS QUE DICES QUE ES MALO ES MARAVILLOSO, YO NO ME PASO POR BLOGS MALOS EL TUYO ES UNA PASADA SIGUE ASI!
    http://macherieladyartiste.blogspot.com.es/2012/12/libertad-no-reglas.html#comment-form

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    1. Muchísimas gracias,Lucia!Lo estoy reescribiendo para mejorarlo un poco,cuando lo suba reescrito ya no pondré las dos lineas!Un beso:)

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