Obsesión


Obsesión: Capitulo 4


Estuve meditándolo durante algunas horas hasta que por fin me decidí a ir a casa de Alice, tal y como me había dicho que hiciera. No fue tarea fácil, pero la idea de que se enfadara conmigo me asustaba mucho más que colarme en su casa a altas horas de la madrugada.

 Eran las siete y media del sábado por la noche cuando me llamó, si la memoria no me falla, eso significó que tuve que aguantar la mirada inquisitiva de mis padres durante toda la cena antes de escaparme. Mi padre estaba callado y me miraba severamente, mi madre en cambio me miraba con dolor y tristeza. Por un momento deje que en mi cabeza reposara, aun que solo durante unas décimas de segundos, la idea de que  mi comportamiento respecto a mis padres no estaba nada bien. Pero me tranquilicé, se suponía que eso era lo normal para los adolescentes.

-Me voy a dormir-sentenció mi madre desde la cocina-
Mi padre y yo la seguimos con la mirada hasta que cruzo el umbral de la puerta, dejándonos solos. Cogí mi plato y lo deje en una de las encimeras de la cocina, después sin mediar palabra con mi padre me fui a mi habitación.
Subí las escaleras con paso decidido pero mientras lo hacía algo se me paso por la mente. ¿Y si mi padre no se pudiera dormir y entrara en mi habitación para hablar las cosas? Encontraría que no estaba y llamaría a la Scotland Yard para que me buscaran. Así que por una vez en mis catorce años de vida,  me tragué mi estúpido orgullo  y volví a la cocina para hacer las paces con mi padre.
-¿Papa?-le pregunte desde el pasillo-
El se dio la vuelta mientras recogía los restos de la cena y me miro, incapaz de reaccionar.
-¿Qué pasa, Darren?
-Nada, que quería hablar contigo. ¿Puedo?
 El asintió y me hizo un gesto para que me sentara en una de las sillas. Durante media hora, que me pareció un año, estuve hablando con mi padre y prometiéndole cosas que no pensaba cumplir de ninguna de las formas. Una vez acabamos de hablar mi padre, agotado, se fue a dormir y yo aparentemente  hice lo mismo.
Cuando más o menos estuve seguro de que todos dormían, me vestí y abandone mi habitación haciendo el menor ruido posible. Pero me encontré  con que entre yo y la felicidad estaban unas escaleras ruidosas. Suspire derrotado.
Solo había una forma de salir de casa que no fuera por las escaleras: la ventana. Aun que sabía que  probablemente eso me costaría la vida abrí la ventana de mi cuarto y empecé a bajar por borde de mi ventana. Busque con el pie el borde la siguiente ventana y creí encontrarlo hasta que mi pie resbaló y estuve a punto de caerme. Sentí como el sudor me recorría y las manos, que me habían salvado de una grave caída, empezaban a resbalarse.
-No, por favor, soy muy joven para morir ahora.-suplique intuyendo que la gravedad iba a hacer su trabajo-
Cuando ya lo daba todo por perdido y creía que mi última esperanza era gritar el nombre de papa, encontré el borde de la siguiente ventana. Me deslice hasta él y desde ahí pegue un salto hasta el suelo. Esta vez me había salvado.
Recorrí las calles de York en la penumbra con la única compañía de las luces de las farolas y el ruido que hacían los coches pasando. Pronto divide la casa de Alice y vi que la luz de su habitación aun seguía encendida. Me acerque hasta su casa y, como hacen en las películas, empecé a tirarle piedras a su ventana.
-¡Darren! ¿Al final has venido? ¿Entonces sí que me quieres?-dijo abriendo la ventana-
-¿Podemos hablar de eso más tarde? ¡Me estoy congelando!
Ella asintió y después le pregunte:
-Así que, Julieta ¿Cómo pretendes que suba?
Sonrió y me desvelo cual era su plan. Era descabellado y me obligaría a volver a jugármela. No solo físicamente si no psicológicamente también. Por un momento me acorde de que si su padre, el señor Crew me pillaba  me dejaría cicatrices no solo físicas si no mentales también. Pero aun así me subí hasta su ventana y llegue a su habitación. Por un momento me acorde de que nunca había estado en la habitación de una chica y sentí un poco de vergüenza.
Después observe atentamente su habitación, como si una voz me dijera que esa sería la primera y la última vez que estaría allí. Era de color rosa, como yo ya suponía. Pero el color no se podía distinguir muy bien porque las paredes de la habitación estaban cubiertas de posters y de fotos. En varias de ellas incluso aparecía yo.
-Nosotros el año pasado a principios del verano-dijo contemplando una foto de la pared-
Sonreí. Me senté  al  lado de su ventana  y ella se acerco a mí, poniendo una mano sobre mi hombro. Sentí un escalofrió y el recuerdo de Rosie el viernes en clase me invadió por completo. Cuando se acerco para besarme la detuve y a duras penas pude decirle:
-Alice, tengo algo que contarte.
Me preguntaba si debía contárselo o callármelo. Pero entonces ella me beso. No me acuerdo de cuánto tiempo estuvimos así pero si por mi hubiera sido hubiera permanecido así toda la eternidad. Pero Alice se aparto y me pregunto:
-¿Qué tenias que decirme?
Ahora sí que no podía mentirle, no podía fingir que no había pasado nada pero tampoco podía permitir que se enfadara y me dejara así que le con un hilo de voz casi inteligible le  dije:
-Rosie me persigue, está totalmente obsesionada conmigo.
-¿Qué?
Me miro fijamente y después se pasó la lengua por los labios y dijo:
-Tendré que hablar con ella.
No me gustó la forma en la que lo dijo así que cuando me disponía a suplicarle que no le hiciera nada malo, unos pasos firmes que se dirigían hacia nosotros me hicieron enmudecer. No lo dudé ni un instante, sabía perfectamente que los pasos ahora estaban cada vez más cerca pertenecían a su padre. Alice también lo sabía por lo que tiro de mi brazo y me metió en el armario. Su armario, como pude observar era bastante grande pero ahora me parecía que momentáneamente había encogido. Sentía como  las cajas se me clavaban en la espalda. De pronto un líquido empezó a emerger de mi espalda, pase la mano delicadamente hasta llegar al sitio, después me lleve la mano a los labios y comprobé que estaba sangrado.
Probablemente me habría hecho esa herida al intentar bajar por mi ventana. Me empezaba doler como si me estuvieran matando poco a poco y sentir como la sangre recorría mi espalda no me ayudaba. Me concentre en intentar oír la conversación entre Alice y el señor Crew. Nada fuera de lo normal. El señor Crew le pregunto si estaba bien y esta le contesto que si y que se podía marchar. El asintió y se fue.
Los dos sabíamos perfectamente que no se iría que probablemente de quedaría en el pasillo y esperaría a que yo saliera del armario. Pero no pensaba hacerlo y no lo hice. Como a cualquier ser humano se me hizo imposible dormir en esas condiciones, así que estuve toda la noche pensando en que allí estaba yo haciendo a la vez de un perfecto y estúpido, Romeo.
El sol ya había salido, lo sabía porque se filtraba desde la ventana, cuando oí que el padre de Alice se iba a trabajar. Pensé que serian más o menos las seis de la mañana. Cuando ya habían pasado más o menos diez minutos desde que el señor Crew se fue Alice me abrió rápidamente la puerta y tiro de mi.
-¿Estás bien? Lo siento, no pensé que pasaría esto…-dijo mirándome-
-No importa, no es culpa tuya.
Tras decir esto me dirigí hacia la ventana para volver a bajar, he de admitir que después de haberlo hecho un par de veces ya era todo un experto. Abrí la ventana y el frio aire de la mañana  me invadió y se coló por dentro de mi chaqueta haciéndome temblar.
-Espera-me dijo Alice poniendo su mano en mi hombro-¿No me vas a dar ni un beso de despedida?
Le di un beso y después baje por la ventana, esta vez sin hacerme daño. Volvía recorrer las calles de York esta vez estaban mucho mas deshabitadas  que a las doce. Ahora ni siquiera pasaban los coches, casi no se podía oír ningún ruido.
Al llegar a mi casa repetí exactamente lo mismo de anoche y me encontré con que encima de mi cama había una maleta hecha con mi ropa. Una mueca se dibujo en mi rostro y fui a cantarles las cuarenta a mis padres, cuando de repente me di cuenta de que si habían entrado en mi habitación sabrían que me había escapado. Trague saliva, no me esperaba nada bueno.
Me encontré a mis padres en la cocina con una sonrisa en la cara.
-¿Qué tal has dormido, Darren?-me pregunto mi madre mientras se comía su desayuno-
-¿Qué hacéis vosotros despiertos?-pregunte con hostilidad-
-¿Qué haces tú fuera de casa? ¿Qué haces tú llegando a estas horas? ¿Qué haces tú con tu vida?-dijo como si cada una de las preguntas fueran flechas que me estuviera lanzando-
No me atreví a responder, subí las escaleras, haciendo el mayor ruido posible, y entre en el baño. Me quite la camiseta y observe que estaba completamente manchada de sangre. Me limpie la herida como pude después me cambie y baje a la cocina. Me senté en una silla y le pregunte a mi madre con el mayor desdén posible:
-¿Para qué son estas maletas?
-Como a ti no te gusta pasar el tiempo en casa, hemos decidido pasar el puente con tus tíos.-dijo mi padre con una sonrisa en la cara-Por cierto, no sé si te lo había mencionado pero estas castigado. Sin móvil, sin ordenador y sin salir de casa durante el resto de tu vida.
Asentí y intenté comer algo pero no pude todo me provocaba  unas nauseas terribles. Y antes de que pudiera darme cuenta estaba sentado en el coche observando cómo mis padres cumplían su venganza contra mí. Quizás me lo merecía o quizás no…
Apoye derrotado la cabeza en la ventanilla del coche y pronto contemple como las calles de Hull  aparecían ante mis ojos. El barrio de mis tíos estaba a las afueras de la cuidad por lo que  pensé que con un poco de suerte nos perderíamos y no llegaríamos o por lo menos derrocharíamos  algo de tiempo. Pero la suerte no estaba de mi parte así que llegamos mucho antes de lo previsto.
Mis tíos nos recibieron con una brillante y clara sonrisa pintada en la cara. Sus hijas me observaron y al contemplar que a mi lado no había rastro de Jacob sus sonrisas se transformaron en una mueca. A mi esas niñatas pijas tengo que confesaros que jamás me cayeron, ni me caen, ni me caerán bien. Mis primas por aquel entonces, si recuerdo bien, tenían quince años y su afición favorita era perseguir a los chicos. Estaban hechas todas unas psicópatas.
La navidades pasadas me vi obligado junto a Jacob a compartir habitación y casa con esas tres y además tuvimos que soportar sus estúpidos cotilleos. Sentí que me iba a estallar la cabeza solo de pensar lo que me vería obligado a soportaren este puente. Ladee la cabeza desesperado y pensé en cuál sería el próximo movimiento de mis padres. Desde hace años mantenía una batalla psicológica con mis padres y yo no pensaba rendirme, el problema era que ellos tampoco. Era como una partida de ajedrez y en ese momento necesitaba un jaque mate, que por más que lo  buscaba seguía sin aparecer.
Pronto descubrí cual era la jugada de mis padres, esa vez he de admitir que si lo habían pensado bien y su jugada me dejo con la boca abierta. En ese puente me sometieron a la peor tortura posible que existe en la tierra, dormir en la misma habitación que mi primo Daniel.
Daniel  Bollingbroke no conocía el significado del silencio por la noche y bastaba con el más mínimo sonido para que el reaccionara y se pusiera a llorar como si le estuvieran sometiendo a la peor de las torturas. Nunca me había acercado demasiado a él no solo porque a mí los bebes nunca me han hecho demasiada gracia si no porque además Jacob y yo sospechábamos que la siniestra sangre de nuestras primas corría por sus venas.
Estaba seguro de que esto lo habían planeado mis padres y a mí nunca me había tocado compartir habitación con Daniel. Siempre Jacob y yo dormíamos en la buhardilla. Pero esta vez ya no estaba Jacob conmigo y eso significaba que la suerte ya no estaba de mi parte. Me pregunte donde estaría ahora y que estaría haciendo mientras mi tío me acompañaba a la habitación del demonio.
Tras meter mi maleta en la habitación con sumo cuidado, cerró la puerta y nos dejo a solas. Mi compañero de habitación se reía y me miraba. Podía ser el demonio pero era adorable. Sus ojos verdes me miraban impacientes por torturarme. Sonreí y no pude  evitar acercarme a contemplarlo de cerca, le cogí delicadamente una mano de sus minúsculos dedos y este me la cogió con fuerza.
Le sonreí de delicadamente, aparte su mano de mi dedo y me tumbe en la cama. Justo al apoyarme en ella sentí que la herida me escocía terriblemente. Lo que tengo que hacer por amor-pensé mientras intentaba cerrar los ojos- Me di cuenta de que no había dormido en toda la noche, ya que el armario repleto de cajas de Alice no era sitio ideal para descansar y me intente dormir. En cuanto mis parpados se cerraron y me empecé a dormir Daniel empezó a llorar desconsoladamente. Desde ese momento sé por experiencia propia porque a alguien tanadorable le llaman demonio.



Obsesión: Capitulo 3

Alice me dio un beso en la mejilla y tras despedirme de ella volví a casa.
Deslicé  suavemente las llaves por la cerradura intentando hacer el menor ruido posible. Sonreí satisfecho cuando no oí que los gritos de mamá que me llamaban. Me quité los zapatos  en silencio y andando de puntillas intenté subir las escaleras sin hacer ruido pero el parqué me traicionó y soltó un ruido desgarrador en cuanto lo pisé. A pesar de eso la casa seguía en silencio, así que pasados unos segundos decidí dar el segundo paso, pero otra vez pasó lo mismo y no hubo respuesta.
-¿Mamá? ¿Papá? ¿Jacob?-dije gritando-¿Hay alguien en casa? No me hace gracia…
Mis preguntas se disolvieron en el frío aire de la casa y nadie se dignó a responder a ninguna de ellas. Entonces, ya sin percatarme de si hacia ruido o no, recorrí la casa en busca de  alguien. Pasé por la cocina, por el salón, por todas las habitaciones, por los baños, hasta que solo me quedó una por revisar, la de Jacob.
Entré sigilosamente como si fuera un santuario o algo parecido. Yo siempre le había tenido mucho respeto a las cosas de mi hermano y sobre todo a su habitación. Aún ahora cuando os cuento esta historia que pasó hace tantísimo tiempo, ahora  que mi pelo ya no es negro como el  carbón y mis ojos han perdido ese azul tan brillante que tenía cuando era joven, aún ahora le sigo teniendo respeto a sus cosas.
Abrí  la puerta de la habitación y entré dentro. Estaba igual que hace dos semanas. Las persianas estaban entre cerradas y pequeñas ráfagas de luz se colaban por sus pequeños agujeros. La cama estaba hecha y el montón de ropa seguía allí. Me quedé unos minutos contemplando la habitación de mi hermano sin poder dar un paso más. Cogí el pomo de la puerta dispuesta a cerrarla y a salir de allí cuando divisé un pequeño papel debajo de su cama. No estaba allí la última vez que entré hace más de dos semanas. Por un momento me picó la curiosidad y estuve a punto de abalanzarme a cogerlo, pero una vocecilla interior me dijo que sería mejor no tocar las cosas de Jacob. Así que cerré la puerta y salí de allí.
Tras dos horas de soledad absoluta, que agradecí mucho, llegaron mis padres y entraron a mi habitación aparentemente para darme un tipo de explicación que no me interesaba.
-Darren, estaba en el médico con tu madre, siento…-empezó a decir mi padre sentándose a mi lado- no haberte avisado pero nosotros…
-Me da igual, no tienes por qué darme explicaciones-dije con desdén y haciendo un gesto para que se marchara-
Balbuceo algo incomprensible y después me miró.
-No entiendo qué te pasa últimamente, Darren-dijo mirándome severamente y levantándose-Antes tú no eras así.
Ni siquiera me molesté en contestarle, le seguí la mirada hasta que se apoyó en el marco de la puerta y la cerró tras salir de la habitación.
Intenté hacer los deberes de francés y lo conseguí, pero después no me pude concentrar en nada más ya que en mi cabeza aparecía continuamente la imagen del papelito. Tenía unas ganas irrefrenables de correr a la habitación de mi hermano y mirar que ponía, aunque después de todo solo fuera algún tipo de publicidad. Necesitaba saberlo. Una parte de mí se moría de ganas de saberlo y otra me decía que debía controlarme.
                                                            ***
Llegó el jueves y con él un examen sorpresa de francés, como ya sospechaban los empollones de la clase. Mi clase, según los profesores, se dividía en: Los alumnos “perfectos” (en cristiano: los empollones básicamente), los alumnos pasotas, los normalitos, y los “graciosillos” de la clase. Y para nosotros, los alumnos  de la clase se dividía en: los que hacen los deberes y estudian, los que estudian sin hacer deberes, los que no hacen nada y los que nos dejaban copiarnos los deberes. O por lo menos para mí así se dividían en esos tipos.
Os dejo que adivinéis vosotros mismos en cual estaba yo. Rosie estaba en el de los “normalitos” y el resto de mis amigos estaba en el de “pasotas” o “graciosillos”.
Una vez acabado el examen sorpresa de francés, todos los alumnos se precipitaron para salir corriendo del instituto. Era curioso  como corrían como la pólvora a las tres y como andaban, como si fueran de la tercera edad, para volver a clase después del patio.
Esa vez no me fui el primero de clase, como solía hacer habitualmente, y  Rosie, no sé porque, me esperó. Mientras bajábamos las escaleras para salir del instituto decidió empezar conversación:
-¿Lo tuyo con Alice va bien?
-Bueno, como todos alguna pelea tenemos y tal, pero nada fuera de lo normal.
Para cuando acabé la última palabra ya estábamos fuera del instituto y el frío como siempre, nos estaba esperando. Seguimos andando hasta que me tuve que desviar para irme a casa entonces Rosie me dijo al oído:
-Si alguna vez quieres salir con una chica de verdad, no como Alice, llámame.
Tras decir esto me dio un beso en la mejilla y se fue por el atajo a su casa. Me quedé paralizado mientras en mi cabeza resonaban sus palabras “Si alguna vez quieres salir con una chica de verdad, no como Alice, llámame.” Quizás me había pasado y le había dado una imagen equivocada de lo mío con Alice a Rosie. Me quedé allí, bajo el frio, esperando a que algo o alguien me dijera qué hacer, porque en ese momento estaba realmente perdido. Más que nunca necesitaba uno de los consejos de Jacob.
Decidí dejar la mente en blanco e irme a casa. Tenía demasiado en lo que pensar.
                                                         ***
Los días pasaban volando, tanto que, sin darme cuenta estaba metido de cabeza en un jueves a las once. Faltaban diez minutos para que empezara la siguiente clase, así que mi alma vagaba por los pasillos sin saber qué hacer. Como bien sabían los profesores y los que me conocían algo más que de cara, siempre estaba perdido en mis pensamientos o como solía decir mi profesor de matemáticas “Siempre estaba en las nubes”. Quizás lo estaba o quizás es que todo el mundo estaba contra mí.
 No sé como paso y tampoco podría describirlo a la perfección porque no lo vi venir, lo único que mi mente de anciano puede recordar ahora mismo es que de repente me choqué con un chico y de pronto sentía como mi piel entraba en contacto con el congelado suelo.”Lo siento, chaval” articuló ese  chico y después oí a través de las baldosas como se largaba. Jamás le vi la cara. Cuando mis ojos se decidieron a abrirse él ya se había ido y yo estaba solo en el pasillo. Me levante rápidamente y corrí hacia mi clase, sabiendo que, en cuanto tocara el timbre los de primero pasarían por mi pasillo para ir a francés y sabía lo monstruosos que podían llegar a ser esos críos con cara de angelitos.
Llegue justo a tiempo a mi clase donde estaba Rosie.
-Hola… ¿Qué-e-e tal?-dije tartamudeando
-Ya que lo preguntas, muy bien-dijo acercándose a mi-¿Y tú?
No me dejo responder. Sé acerco a mí y me besó sin que yo pudiera hacer nada hasta que me decidí a cogerla de los brazos y apartarla de mí, lo más rápido posible. Ella sonrió y me mantuvo la mirada con determinación.
-Yo...yo tengo novia-dije sintiéndome como el más vil de los criminales-
-Lo sé-dijo sonriendo y apartándose el pelo – Yo soy tu nueva novia.
La campana sonó y todos llegaron a clase, incluido el profesor. Nos vimos obligados a volver a nuestros sitios. Me sentía culpable, como si hubiera matado a miles de personas, pero eso se quedaba corto con lo que acababa de hacer: acababa de engañar a mi novia. Era un cerdo.
El secreto me pesaba demasiado como para llevarlo a cuestas durante mucho tiempo más, así que después del interrogatorio de Mark durante mates lo solté todo casi sin respirar. Me esperaba que me gritara “Eres un cerdo, mira chaval me das asco, no te mereces a Alice” Pero en cambio me dijo:
-¿Y eso es lo que te pasa? ¿Solo eso?-me dijo echándose a reír sin hacer caso a la mirada de advertencia de la profesora de naturales-Mira, lo primero; no fue voluntario, te besó ella a ti y no tú a ella y segundo; me juego lo que quieras a que Alice también lo ha hecho, muchas, muchas veces.
Lo primero me tranquilizó haciendo que mis músculos se destensaran y dejando descansar a mi cerebro que no paraba de pensar en que ocurriría si Alice se enterara,  en que haría entonces…Tenía razón me había defendido e incluso la había apartado. Así que la culpabilidad me abandonó antes de que el timbre nos anunciara que el fin de semana estaba aquí.
Jacob tampoco iba a venir este fin de semana. Habían pasado tres semanas desde su última visita. La confusión poco a poco se apoderaba de mí. Jacob siempre había sido mi punto de apoyo, mi mejor amigo, mi consejero. Pero el año pasado, cuando se fue a la universidad, todo cambió. Ya nada era lo mismo, ya no nos pasábamos hablando horas y horas o jugando a la Play Station mientras hablábamos de chicas, qué venía a ser  casi lo mismo. Ahora él estaba en Londres y yo seguía  aquí en York.
Me deslicé por el pasillo tranquilamente, ya que no había nadie, teníamos puente, así que aparte de que fuera viernes  todos habían corrido aún más. El instituto estaba más abandonado que un desierto durante las horas del sol. Recorrí los pasillos hasta llegar a la puerta donde me encontré con el conserje. Un hombre viejo, que por aquel entonces rondaba los cincuenta años, me da miedo pensar en cuantos tendrá ahora y en si  seguirá vivo. Tenía el pelo lleno de canas y siempre había tenido bastante mal humor. Recuerdo como cuando llegué aquí siendo un niño de doce años el miedo que le tenía, nada más verle me empezaban a temblar las piernas. En esos tiempos mi instinto nunca me fallaba, pero esa vez me equivoqué. El conserje no era más que un hombre amargado que hacia su trabajo, o por lo menos eso fue lo que pensé en ese momento.
-¿Pasas o qué? ¿Te quedas  aquí?-me preguntó con su voz ronca-
No le respondí, se me hizo un nudo en la garganta, ya que no esperaba verlo allí. Así que atravesé rápidamente las puertas y empecé a andar por las calles eternamente desiertas que estaban al lado del instituto. Pero el hombre me detuvo cogiéndome por el brazo. Obligándome a girarme y después cuándo  me miró una sonrisa se dibujó en su rostro tímidamente.
-Tú… ¿Eres hermano de Jacob Bolingbroke?-me preguntó soltándome el brazo-
-Si… ¿Por qué lo pregunta?-le dije continuando la conversación algo que no era muy común en mí-Yo no soy una leyenda como él.
-Os parecéis muchísimo, los mismos ojos azules y el pelo negro como el carbón-dijo sin darle importancia a lo último que acababa de decirle-
Dicho esto me sonrió, me hizo un gesto con la cabeza y se fue, cerrando tras de sí las puertas del instituto. Me quedé atónito y noté como mis mejillas poco a poco empezaban a coger color, que me dijeran que me parecía a Jacob era el mejor cumplido que me podían hacer. Parecerme a él era lo que más quería en este mundo. Porque él era el mejor.
Anduve tranquilamente por las calles de York. Y sin darme cuenta me topé con mi casa. Una casa mediana, con ladrillo rojo oscuro y un techo negro. El jardín en el que destacaba el color verde oscuro ya no estaba tan cuidado como siempre. Desde que mamá había empezado a ir tanto al hospital había descuidado mucho el jardín, que era uno de sus hobbies favoritos. Antes mamá y papá solían pasarse todas las horas del domingo por la mañana en el jardín, debido a la pasión que mi madre sentía por la jardinería, mientras Jacob y yo  observábamos lo asqueroso que era verlos allí besándose como si no hubiera mañana.
Entré en casa y vi que en el salón papá estaba limpiando y recogiendo los adornos navideños mientras cantaba  Santa Claus Is Coming To Town. Dejé la mochila en el suelo sin hacer ningún tipo de ruido mientras observaba a mi padre bailar y limpiaba desde el marco de la puerta.
-You better watch out, you better not cry, better not pout, I'm telling you why: Santa Claus is coming to town. - empezó a cantar mi padre entusiasmado-
Por un momento pensé en gritarle o algo así. Pero estaba demasiado ocupado reprimiendo una risita. Entonces se me ocurrió lo que debía hacer. Y me adentré un poco más en el salón y cante:
- Santa Claus is leaving the town.
Mi padre se sobresaltó y después se echó a reír mientras yo señalaba el calendario que decía que estábamos a mediados de enero, estaba claro que Santa Claus había dejado hace tiempo la ciudad.
Después me metí en la cocina a comer mientras encendía la tele. Estaban las noticias, mientras una mujer me informaba de cosas que no me interesaban en absoluto, revolví la comida que había en mi plato con nauseas. Papá no sabía cocinar, ni tampoco cantar, cómo había podido comprobar apenas hace unos segundos, quizás fuera un buen contable pero nada más. Por un momento me acordé de mamá y después me tranquilicé sabiendo que estaría o trabajando o en el hospital.
                                                              ***
-No, no puedo Alice…me mataran-dije suplicante-He suspendido mates y como se enteren de esto…No veré la luz del sol hasta que mis huesos queden reducidos a polvo.
-Ya veo cuanto quieres a tu novia.-dijo y después oí un pitido que me anunció que mi novia me acababa de colgar-
Era sábado por la noche y Alice me había llamado. Quería que me colara por la ventana de su casa dentro de unas horas a media noche. Quería algo más romántico y esta vez había elegido una escena digna de Romeo y Julieta.


Obsesión: Capitulo 2



Esta semana, tal y como lo hizo la anterior, Jacob no vino a casa en el fin de semana. Eso no me gustó nada, como ya os he contado aparte de ser  mi hermano y mentor, Jacob es mi mejor amigo.
Cuando mis padres le llamaban, ya que él nunca lo hacía, él le daba largas de porque no iba a venir, eso no me molestaba nada. Lo que si me molestaba y mucho era que me las diera a mí. Cuando intentaba hablar con el por el móvil, se limitaba  a saludarme, a preguntarme qué tal estaba y a colgar.
Mi vida se estaba yendo a pique, mi novia Alice también me daba largas, mis padres estaban cada vez más pesados… ¿Se podía tener una vida peor? No lo creo.
-Entonces ¿Este viernes no sales?-pregunte con la esperanza de que la contestación fuera si-
-No, voy a  quedar con Adam para hacer un trabajo-dijo cogiendo su mochila y colgándosela en el hombro-No te lo tomes a mal, Darren.
Cada vez esto mejoraba más. Perdía a mi hermano, a mi novia y me ganaba a unos padres aun más pesados.
Los días pasaban volando, y por fin llego el jueves por la noche. Era el día en que mama y papa, a veces solo papa porque mama estaba en el hospital, llamaban a Jacob y este les decía si vendría o no vendría mañana. Desgraciadamente la contestación esta vez fue la misma que últimamente “No, lo siento mucho, esta semana estoy liadísimo”. Cuando le pedí a papa que me lo pasara este negó con la cabeza y susurro:
-Lo siento Darren, ha colgado ya, tenía muchas cosas que hacer.
Mi padre llevaba deprimido bastante tiempo, ignoraba porque. La verdad es que verle así a veces me preocupaba un poco, me preocupaba, pero no lo suficiente para preguntarle.
Cuando me desperté el viernes aun no había salido el sol, ya que apenas eran las seis de la mañana, y mis padres estaban hablando con alguien en la cocina. Esto se me hizo bastante raro porque mis padres no tenían casi amigos y Jacob no iba a venir. Al bajar por las escaleras, que chirriaban con cada paso que daba, me encontré con mis padres que tenían un aspecto bastante deprimente y subían a su habitación. Entre en la cocina y me encontré con que mi hermano estaba ahí.
-¡Jacob!-dije abrazándole-¿No estabas en la universidad?
-Tú lo has dicho, lo estaba, pero después de que papa me contara lo mucho que me echas de menos-dijo esbozando una leve sonrisa-He decido darte una sorpresa.
Estaba perdiendo a mi novia, mis padres seguían igual, pero mi hermano había vuelto. Por un momento ya no pensé ni en Alice, ni en papa, ni en mama, ni en los profesores, ni en el 4,9 del examen de mates. Solo pensaba en que tenía que aprovechar al máximo el tiempo que se quedaba mi hermano. Porque no estaba seguro de si  volvería la semana que viene.
Paso una rápida mirada por la casa. Los adornos navideños seguían colgados ahí desde el uno de Diciembre y el papel de regalo aun reposaba tranquilamente sobre el parqué del salón. Nadie se había molestado en recogerlos, ni tampoco en guardarlos. Prácticamente nadie entraba en el salón, yo vivía en mi habitación y en la cocina. En otros tiempos mi madre ya los hubiera  recogido, pero todo había cambiado, ahora las casa estaba deshabitada ya que mi madre y mi padre se pasaban todo el día o trabajando o en hospital.
Me despedí de mí querido hermano y entre en la pesadilla viviente de todos los adolescentes: el instituto. En el pasillo todos los alumnos cuchicheaban haciendo un ruido insufrible. Recorrí los pasillos rápidamente dirigiéndome a mi clase mientras algunos me miraban y saludaban.
Mi clase era un lugar amplio y casi siempre lleno de mucha gente, la mayoría ni siquiera de mi curso, era de color blanco con tres rayas azules en los laterales. Me senté en mi sitio de costumbre, la última fila en el ángulo más alejado posible de los profesores.
Después de un buen rato Mark llegó, tarde como siempre, y se sentó a mi lado.
-Muy bien, Mark, tarde como solo tú sabes llegar. Empecemos por ese grupo-dijo andando rápidamente hasta nosotros hasta situarse en frente de nuestras narices-¿Tenéis hechos los deberes? No sé porque  ni porque pregunto si todos sabemos la respuesta.
Toda la clase estallo en una sonora carcajada, todos menos Mark y yo. Mark cogió su mochila y la puso sobre sus rodillas mientras sacaba sus deberes, como siempre, hechos y rotulados a la perfección. El profesor sonrió maliciosamente y se los arranco a Mark de las manos. Los miro y los remiro hasta que derrotado vio que estaban totalmente hechos. Después se giro hacia mí y me arme de orgullo para contestarle:
-Yo no los he hecho.
Ni siquiera pregunto porque como solía hacer normalmente. Supongo que después de haberme dado clase durante tres años y siete a mi hermano por fin había pillado nuestro método de estudio. Las horas muertas pasaban y me preguntaba si realmente sería capaz de acabar las clases con vida. Pero cuando yo ya lo daba todo por perdido la profesora de naturales me dijo:
-Han venido tu padre y tu hermano-dijo la profesora sonriendo levemente al pronunciar la palabra “hermano”-tienes dentista.
Todas las chicas empezaron a cuchillar en cuanto oyeron la palabra “hermano”, estaba claro que en cuanto  tocará el timbre que anunciaba el segundo recreo, la noticia de que Jacob Bolingbroke estaba en la cuidad correría como la pólvora. La profesora de naturales tenía unas ganas incontrolables  de ponerse  cuchichear con las chicas de mi clase, aun que eso rebajase su nivel de profesora.
Yo no tenía nada en contra de ella, era buena corrigiendo, ponía pocos deberes, era guapa, joven (apenas tenía veinticuatro años)…Pero claro, era bien sabido en el instituto que la profesora de naturales solía tener “líos” con sus alumnos más guapos de último curso. Y como no, Jacob Bolingbroke no iba a ser menos.
Cogí todos mis libros ya que sabía que el supuesto “dentista” tardaría mucho tiempo en acabar lo que quiera que me fuera a hacer así que me despedí de los pocos colegas que tenía en clase y le sonreí a Rosie  Strafford. No penséis mal, a mi no me gustaba. La única chica que me gustaba era Alice. Pero ponerla un poco celosa nunca venia mal, ¿verdad?
En la puerta de mi instituto estaba Jacob sentado en frente de su coche. Yo ya sospechaba que no tenía dentista pero aun así nunca me imagine que vería a Jacob solo, sin papa. Me imaginaba que me estarían sacando de clase por otra de las tonterías de mama. Pero no fue eso.
En cuanto me vio llegar y dado que vio mi cara de asombro me dijo:
-No pensaras que te iba a dejar en  clase aburrido mientras estoy en la ciudad, ¿verdad?
-Eres el mejor-dije subiendo al coche, este asintió y me sonrió-
Os contaría lo que hicimos después pero es que jure no hacerlo. Y yo era un chaval de palabra. Tampoco hicimos nada malo, tan solo nos divertimos. Cuando volvimos papa aun no había vuelto a casa así que no nos cayó ninguna bronca. Cuando llego papa comimos los cuatro en silencio, nadie se atrevía articular palabra. Ni siquiera yo, qué de normal y con mis amigos, era bastante hablador. ¿No me creéis? Preguntádselo a mis profesores, ellos os lo aseguraran.
-¿No es genial que estemos todos juntos?-dijo mama-
Papa le cogió la mano y le sonrió y después dijo:
-La verdad es que sí, lo echaba de menos.
Acto seguido nos miraron a nosotros, como esperando un “Si, mama. Si, papa esto es genial” para completar esa escena tan asquerosamente repulsiva que parecía sacada de un anuncio inmobiliario de la tele. Espere a ver qué hacia Jacob y este que parecía preocupado les sonrió así que yo como siempre hice lo mismo que él y sonreí.
                                                                  ******
Muy a mi pesar, Jacob se fue el domingo por la noche. Y todo volvió a ser aburrido como antes de que volviera, nadie me rescato de las aburridas e interminables clases y  nadie me libro de la vigilancia extrema de mama y papa.
El lunes llegue a clase habiendo dormido apenas tres horas. Lo intente, lo juro. Pero no sé por qué no lo conseguí, después de cinco horas de intentarlo me di por vencido y justo en ese momento me dormí pero ya eran las cuatro de la mañana. Total, que solo dormí tres horas. ¿Aguantar seis horas de clase habiendo dormido tres? No lo intentéis, os lo digo yo que lo he vivido, no sale bien.
En clase de matemáticas estuve a punto de dormirme, no podía más, mis parpados se cerraban lentamente y puse todo de mi parte para no dormirme pero aun así se me cerraron los ojos completamente un par de veces. Y cuando yo creía que eso era lo peor que tenía que aguantar en el día, me toco ir a educación física y cómo no, mi profesor  el señor Adams que es un entusiasta de la vida nos hizo corres no cinco, ni diez, ni veinte, si no media hora. Y mientras corríamos se le ocurrió darme conversación justo a mí, que estuve a punto de dormirme mientras corría.
-He oído que Jacob estaba en la cuidad. ¿Es verdad?
-Sí, es verdad. Pero ya se ha ido-dije bastante deprimido-
-Cuando vuelva dale recuerdos de su viejo entrenador…y tu Darren… ¿No te gustaría entrar en el equipo? Si eres tan bueno como tu padre o tu hermano…
-Me encantaría señor Adams-mentí, la verdad es que entrar en el equipo no estaba precisamente en mi lista de deseos pero si así me parecía más a Jacob…-¿Cuándo empiezo?
Y por fin, después de seis horas inaguantables  el timbre dio paso a los gritos y a la emoción de que por fin se acababa este terrible  lunes. Pero aun así quedaban aun cuatro días más para llegar al deseado fin de semana…Y además nadie sabía cuántos quedaban para volver a ver a Jacob. Yo en ese momento me figure que como mínimo pasarían dos semanas antes de volver a verlo.
                                                            *****
Una semana más tarde…
Por fin las aguas habían vuelto a su cauce. Alice había terminado el trabajo así que ahora ya podíamos pasar más tiempo juntos. Mama hacia cinco días que ya no iba al hospital y papa creo que estaba mucho más relajado. Eso sí, yo seguía  peleándome y odiando a mi madre… ¿Cómo se puede ser así? ¡Tenia catorce años, no era ningún crio!
Y en cuanto a los profesores esos no habían cambiado y tenía claro que no lo harían. La de naturales seguía con su impecable sonrisa…la Momia con su habitual mueca de odio  en la cara. Y el de francés con su mal genio de toda la vida.
El frio seguía con nosotros y nos anunciaba que no pensaba irse de York, una ciudad situada al norte de Inglaterra y a 338 km de Londres, así que cerré bien la cremallera de mi chaqueta y anduve hasta el instituto. Otra vez era lunes y el fin de semana pasado Jacob tampoco había venido.
Después de que la Momia nos aburriera, como solo ella sabía hacerlo, por fin salimos al recreo donde el aire congelado nos invadió. Aun que claro, nosotros eso ya lo sabíamos desde hace bastante tiempo, así que nuestro sitio estaba preparado para todo eso y más. Mis amigos y yo siempre teníamos el mejor sitio del patio. Yo lo había heredado de Jacob que lo conseguí o junto  con los hermanos mayores de mis amigos en su momento. Así que ahora nos pertenecía a nosotros. Nuestro grupo de amigos era muy reducido, claro está si no cuentas a la gente que siempre se pegaba a nosotros, se limitaba a mis tres mejores amigos: Alex, Byron y Christopher. En él también estaba Alice y sus respectivas novias: Mery, Abigail y Clare.
Alice y sus amigas eran un años mayor que nosotros, lo que no facilitaba las cosas sino más bien todo lo contrario… ¿Tenéis idea de lo difícil que es tener a una novia que no va a tu clase, ni siquiera a tu curso?

Obsesión: Capitulo 1

-Que no, Darren, que no. No te puedo aprobar, lo siento chaval.
Le lancé una mirada asesina a mi profesor y salí a la calle donde el frió me hizo estremecerme. Mi profesor de matemáticas siempre ha sido estricto pero yo siempre había pensado que con un 4,9 me aprobaría. Pero eso ya me daba igual. Lo único que no quería es que me echaran la bronca en casa, nada más. Porque ¿Qué más dará una más que una menos?
Cuando llegue a casa me encontré con el mismo de siempre, el control de todos los días. Pero ya estaba harto así que ni siquiera salude. Entré en mi habitación y me puse a hacer los deberes. Bueno ¿A quién quiero engañar? No me puse a hacer los deberes, no. Cogí mi móvil y me puse la música lo más alta que pude. Necesitaba desconectar un poco.
 Ya hace un par de semanas que habíamos vuelto de Navidad, dejando a tras todos esos regalos, esos interminables días de fiesta en los que cuando te levantabas ya  había salido el  sol. Y sobretodo dejando a tras las vacaciones de Navidad y dando paso el segundo trimestre. Si, al segundo, asqueroso e interminable segundo trimestre. Lo odiaba. Bueno, odiaba eso y todo lo que tuviera alguna relación con estudiar. Mi padre siempre me decía: “Sin estudiar no llegarás a nada, Darren” Pero yo tenía claro que mentía lo sabía todo gracias a mi mentor, mi ídolo, mi modelo a seguir, y el que también era mi hermano mayor. Jacob tenía diecinueve años y estaba en segundo de la universidad. Si, habéis leído bien, en la universidad. Y jamás de los jamases había abierto un libro, era el mejor.
En mi instituto Jacob era una leyenda todos sabían quién era y por eso también sabían quién era yo. Jacob era el que siempre estaba con la chica más guapa, el que desafiaba a los profesores, el que aprobaba sin estudiar, el que hacia lo que quería, el incontrolable. Recuerdo que cuando a veces los profesores venían a casa a cenar con mis padres decían:
-En mi clase hay tres tipos de alumnos: los que estudian y aprueban, los que suspenden, y Jacob Bollingbroke.
Claro que yo, nunca podre ser comparable con él. Ni yo ni nadie. Todo el mundo esperaba que fuera igual que él pero yo no tenía ni tendré nunca las agallas suficientes: en clase no desafía a los profesores pero tampoco me portaba bien, tampoco soy incontrolable. Pero eso sí, salía con la chica más guapa del instituto. Ahora mismo imagínate a la más guapa, pues es mil veces mejor que esa que te has imaginado.  Y aun que no había repetido ningún curso se me hacía muy difícil aprobar sin estudiar, como a la mayoría de los seres humanos.
                                                                 ***
La momia entro como siempre prontísimo. La momia era como apodábamos a nuestra profesora de Historia. Puedo jurar que es más vieja que nuestro libro y eso que en el libro había más de cincuenta nombres escritos. Rondaría los setenta, pero su carácter le sumaba unos mil años así que en total mil setenta años.
Rápidamente se apresuro a empezar a hablar de la edad media, de los mansos, de la ceremonia del feudalismo. Todo eso a mí me sonaba a chino.
-A ver, Darren ¿En qué consistía la ceremonia del feudalismo?
-Es una ceremonia en la que….
¡Mierda! ¡Siempre me pregunta a mí! Y la verdad es que  jamás  entendí porque si nunca me sabía la respuesta y ella lo sabía.
-Negativo-atajó inclinándose como pudo hasta coger su cuaderno y poner un menos al lado de mi nombre-
Algo que nunca llegare a saber es cuantos negativos de los suyos tendré ya ¿cuarenta y cinco millones de negativos? No, eso es muy poco. Quizás unos cincuenta y cinco mil…Si, más o menos esos.
Tras una larga jornada de aparentar que trabajaba y prestaba un poco de atención a los profesores por fin  sonó el timbre que anunciaba que ya éramos libres. El aire se colaba por todas las partes de mi chaqueta y me hacía sentir escalofríos y temblar. Entonces divisé tras la niebla a mis amigos que me hacían señas para que me acercara.
Estuvimos hablando un rato y después atravesé las gélidas calles y entre en casa, como siempre allí estaba ella, esperándome para someterme al interrogatorio, pero ya estaba harto, no pensaba contestarle a nada. Ojalá se buscara una vida y dejara la mía en paz.
Teníamos examen de literatura al día siguiente y no había estudiado nada de nada. Así que, sabiendo que si no aprobaba no vería la luz del sol en lo que me queda de vida, me puse a estudiar. Lo intente, os lo juro. Pero es que después de memorizar veinte definiciones no tienes ganas para nada más, así que deje de estudiar.
-Aprobado por los pelos, Bollingbroke-dijo mi profesor dándome el examen con cierto desdén-
¡Estaba aprobado! No me lo podía creer había aprobado, después de todo. Claro que desgraciadamente no todos los exámenes que le siguieron a ese eran tan buenos había suspendido dos el de matemáticas y el de francés. Los demás con cinco, cosas que a mis padres no les hacía mucha  gracia pero me daba igual, si no les gustaba se aguantaban ¿Lo importante es aprobar no?
Todo empezó a empeorar desde hace unas semas había hecho una especie de “tratado de paz” con mis padres y así no nos peleábamos pero estaba claro que eso no podía durara mucho tiempo. Ellos me ponían  de los nervios, con sus dichosas preguntas: ¿A dónde vas? ¿Cuando vas a volver? ¿Qué haces? ¿Qué tal en el instituto? ¿Qué tal con tus amigos? ¿Algún problema? Y lo que ya no podía soportar de ninguna manera es que criticaran a Jacob. Cuando él es el mejor, es increíble.
No sé porque mi madre empezó a ir mucho al médico, todos los días. Lo que tengo que admitir es que me encantara que fuera así me libraba del interrogatorio y de verla. Y mi hermano empezó a venir menos los fines de semana, eso sí que me afecto, necesitaba a mi hermano conmigo. Todos los días….




Sinopsis:

  “Todavía puedo recordar con claridad como entre en casa y vi a mi padre llorando . Papa entre sollozos me contó  que habían detenido a mi hermano mayor, Jacob, por tráfico de drogas. Un escalofrió me recorrió jamás pensé que mi hermano, mi modelo a seguir, la persona a la que más quería, estuviera en la cárcel. Estuve a punto de echarme a llorar en el suelo. Pero mi padre me abrazo fuertemente casi cortándome la respiración. Entonces repare en que mama no estaba, desde hace algunos días había tenido problemas del corazón, me arme de valor y le pregunte donde estaba. Con lagrimas en los ojos este me dijo que estaba en el hospital le había dado un ataque al corazón.”


Tras la muerte de su madre y el arresto de su hermano, Darren decide cambiar. A sus catorce años no había abierto un libro y jamás se había portado decentemente. Cumpliendo su pacto con sigo mismo, se presentara a un castigo en la biblioteca, allí se encontrará con una chica que será todo lo contrario a él. Mejorar las notas, no meterse en líos se convierte en una obsesión para él.  Pero sus amigos no lo dejaran escapar de su antigua vida tan fácilmente.Y como si esto fuera poco,Darren tiene que aguantar los engaños constantes de su novia y que un montón de mujeres solteras y desesperadas acosen a su padre... ¿Sera Darren capaz de conseguirlo o se dejara llevar como ha hecho siempre? 

8 comentarios:

  1. Hola Olivia :) Soy Elena, prima de Mery S White ¿sabes? Bueno, pues que está aquí conmigo^^ Nos ha gustado mucho el primer capítulo y bueno...ya tienes una seguidora más.
    Besos, Elena y María :D

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    1. Hola Elena!No no lo sabia ajajaja!Me alegro muchísimos de que os gustara el primer capitulo y de tener una seguidora mas;)Espero que sigáis leyendo las dos:)Otro para vosotras:D

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  2. Me encanta! Pero supongo que eso tú ya lo sabías:)

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    1. ajajajja pues si lo sabia:) pero aun asi no me importa leerlo ajajaja:) gracias,me algero de que te guste:D

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  3. Esta muy bien, cielo, soy la de el tuenti de AlwaisSiemperHappy, y te digo yo, que eres una artista, eso se te queda corto aun, sigue así, que ya tienes otra admiradora mas, un besazo!

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    1. Hola! Muchas gracias por pasarte por mi blog y por tu comentario!Muchas gracias por seguirme me alegro que te haya gustado Obsesión :) esta la empeze hace poco la que mas capítulos tiene es "Letters to Olivia Applewhite" Tampoco creo que llegue a "artista"eso es decir mucho,pero me hace ilusion que me lo digan:)bueno un beso:)

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  4. El capítulo 3 me ha encantado como siempre...jejeje sigue así guapísima! Santa Claus is comming to town(8)

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    1. jajajajj me alegro de que te haya gustado,en mi opinión este es el mejor de los tres que he publicado:)Un beso y gracias por leer:)

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Me gustaría mucho que comentarais..y a todos los que comenten le responderé personalmente..:)